CARLINA - TAMBIÉN EN ESPAÑOL (PARA LA PERSONA DEL MISMO NOMBRE)
Não me havia visto assim,
nesses grandes olhos negros,
nesses longos cabelos macios
e também negros,
nesse sorriso largo e de menina,
nessa boca, que desde que a vi,
me despertou o impulso juvenil
de beijá-la,
beijá-la e beijá-la,
tanto e tanto,
como se fosse a minha primeira vez.
Me senti menino novamente,
quando me pego a sorrir sozinho,
para os outros sem motivo,
sentindo a maciez e a beleza
das tuas mãos nas minhas,
lembrando do teu jeito firme
e ao mesmo tempo meigo,
doce, suave, maduro e ingênuo,
mulher e menina,
sonho e realidade.
Me encantas quando
ouço tuas ideias claras,
descrevendo em palavras firmes
o teu mundo bem resolvido,
um mundo em perfeito
contraponto ao meu,
que é perdido e caótico,
levado ao sabor dos ventos,
pelo humor das marés,
próprio daqueles vagantes
que ainda não têm porto.
Por essas e por outras,
Carlina,
me impressionas,
literalmente,
dos pés a cabeça,
e te confesso,
se necessário mil vezes,
despertaste em mim
uma mistura de sentimentos
tão deliciosa quanto estranha,
ao menos para mim:
O entusiasmo do menino,
que encontra os encantos da paixão
e a ternura do homem maduro
que, depois de muitas batalhas,
da convivência em tantas cidades,
em tantos mundos,
se depara com um alguém que,
com o remanso estampado por sua simples presença,
lhe penetra a alma.
A minha vontade
foi a de repousar no teu ombro,
deixar que você acariciasse meus cabelos louros,
já um tanto escassos e grisalhos pelo tempo,
e me beijasse a fronte,
fecharmos os dois nossos olhos e olhar para trás,
deixando as lágrimas escorrerem livremente pelo rosto,
ficar assim por longo tempo,
como que recuperando as forças por tanto tempo distantes.
Me senti assim,
um homem cansado em busca do abrigo que sempre teve.
Daí os impulsos em te tocar, acariciar teus cabelos,
segurar tuas mãos.
Vamos nos ver novamente?
Não sei agora.
Gostaria de abraçá-la
ainda com mais força do que fiz.
Mas está em você.
Sou teu refém,
um refém consentido e confesso,
com a nítida sensação de ter encontrado
um alguém que,
em algum momento ou lugar,
se perdeu de mim.
CARLINA
Yo no había visto hasta
esos grandes ojos negros,
éstos el cabello suave a largo
y también negro,
esa sonrisa amplia y una niña
esa boca, que desde que la vi,
despertó mi impulso juvenil
para darle un beso,
besarla y besarla,
fulano de tal,
como si fuera mi primera vez.
Me sentí un niño otra vez,
Cuando me sorprendí a mí mismo sonriendo,
no por otra razón,
sentir la suavidad y belleza
de su mano en la mía,
recordando el camino de su empresa
al mismo tiempo suave,
Dulce, suave, maduro e ingenuo,
mujer y una niña
sueño y la realidad.
Encantar mí cuando
escuchar sus ideas claras,
palabras fuertes para describir
su mundo y resuelto,
un mundo perfecto
el contrapunto a la mía
que se ha perdido y caótico,
llevada por el viento,
el estado de ánimo de las mareas,
característica de aquellos que vagan
que no tienen puerto.
Por estas y otras,
Carlina,
Yo impressionas,
literalmente
de pies a cabeza,
y confieso,
mil veces si es necesario,
despertó en mí
sentimientos encontrados
tan delicioso como extraño,
al menos para mí:
El entusiasmo del niño,
que encuentra el encanto de la pasión
y la ternura de hombre maduro
que después de muchas batallas,
de vida en muchas ciudades,
en tantos mundos,
frente a una persona que,
con el remanso de sellado por su mera presencia,
que penetra en el alma.
Mi voluntad
fue a descansar en su hombro,
le permiten acariciar mi cabello rubio,
ya algo escaso y gris por el tiempo
y me besó en la frente,
Nuestros dos cerramos los ojos y mirar hacia atrás,
dejando que las lágrimas fluyan libremente por sus mejillas,
mantendrá así durante mucho tiempo,
como la restauración de las fuerzas de tanto tiempo de distancia.
Me sentí muy
un hombre cansado en busca de refugio siempre lo habían hecho.
De ahí el impulso de tocar, acariciar tu pelo,
mantener las manos.
Venga a vernos otra vez?
No sé ahora.
Me tienen a su
aún con más fuerza que yo.
Pero en ti.
Yo soy vuestro rescate,
dado su consentimiento a un rehén y confesar,
con la clara sensación de haber encontrado
una persona que,
en algún momento o lugar,
se me escapa.