La foto

Jaime y Paula se casaron. Ya durante la luna de miel fue evidente que Paula se moría. Apenas unos pocos meses de vida le pronosticó el médico. Jaime, para conservar ese bello rostro, le pidió que se dejara fotografiar. Paula, que estaba plantando una semilla de girasol en una maceta, lo complació: sentada con la maceta en la falda sonreía y...

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Poco después, la muerte. Entonces Jaime hizo ampliar la foto -la cara de Paula era bella como una flor-, le puso vidrio, marco y la colocó en la mesita de noche.

Una mañana, al despertarse, vio que en la fotografía había aparecido una manchita. ¿Acaso de humedad? No prestó más atención. Tres días más tarde: ¿qué era eso? No una mancha que se superpusiese a la foto sino un brote que dentro de la foto surgía de la maceta. El sentimiento de rareza se convirtió en miedo cuando en los días siguientes comprobó que la fotografía vivía como si, en vez de reproducir a la naturaleza, se reprodujera en la naturaleza. Cada mañana, al despertarse, observaba un cambio. Era que la planta fotografiada crecía. Creció, creció hasta que al final un gran girasol cubrió la cara de Paula.

Enrique Anderson Imbert

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Jaime e Paula se casaram. Já durante a lua de mel era evidente que Paula estava morrendo. Apenas alguns meses de vida, previu o médico. Jaime, para conservar aquele rosto bonito, pediu-lhe que se deixasse fotografar. Paula, que estava plantando uma semente de girassol em um vaso, o agradou: sentada com o vaso no colo, sorriu e...

Clique!

Pouco depois, a morte. Então Jaime mandou ampliar a foto -o rosto de Paula era lindo como uma flor-, colocou vidro, uma moldura e colocou na mesa de cabeceira.

Certa manhã, ao acordar, viu que uma mancha havia aparecido na fotografia. É umidade? Ele não prestou mais atenção. Três dias depois: o que foi isso? Não um ponto que foi sobreposto na foto, mas um broto que emergiu do pote dentro da foto. O sentimento de estranheza transformou-se em medo quando, nos dias seguintes, verificou que a fotografia vivia como se, em vez de reproduzir a natureza, se reproduzisse na natureza. Todas as manhãs, quando acordava, notava uma mudança. Foi que a planta fotografada cresceu. Cresceu, cresceu até que finalmente um grande girassol cobriu o rosto de Paula.

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A respecto del autor

Nació en Córdoba el 12 de febrero de 1910, a los cuatro años de edad se trasladó a Buenos Aires y a los ocho a La Plata, donde hizo la secundaria en el Colegio Nacional Rafael Hernández. A los dieciocho años ingresó en la Universidad de Buenos Aires donde fue alumno de Pedro Henríquez Ureña en biología y de Alejandro Korn en filosofía. En 1939 comenzó a enseñar en la Universidad Nacional de Cuyo, y posteriormente, hasta 1947, en la Universidad Nacional de Tucumán. Al mismo tiempo, era editor de la sección literaria del periódico socialista La Vanguardia de Buenos Aires.1​También en 1931 ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras. Se graduó de Profesor en Letras en 1940 y obtuvo el doctorado en 1945. Inició su carrera como profesor universitario en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, en 1940 ganó por concurso las cátedras de Literatura Hispanoamericana y Literatura Contemporánea de la Universidad Nacional de Tucumán. En 1943 recibió la beca Guggenheim para irse a vivir a Estados Unidos.2​En 1947 se dirigió a los Estados Unidos con una beca de la Universidad de Columbia. El mismo año 1947 comenzó a enseñar en la Universidad de Míchigan, donde permanecería hasta 1965, ese año obtuvo el Master of Arts, Harvard University.

En 1967 ingresó en la Academia Americana de Artes y Ciencias y en 1978 fue nombrado miembro de la Academia Argentina de las Letras, de la que ejerció la vicepresidencia entre 1980 y 1986. En 1994 fue finalista del premio Cervantes. En ese año fue designado Profesor de Literatura Hispánica en la cátedra Víctor S. Thomas de la Universidad de Harvard, cargo que mantendría hasta su jubilación en 1980.3​ Fue elegido miembro de la Academia Argentina de Letras en 1979. En 1984 recibió el Premio - Diploma al Mérito por su trayectoria como cuentista.

Ya retirado de la actividad docente, Enrique Anderson Imbert continuó con su pasión por la escritura, incursionando en los géneros más diversos. Todos los años regresaba durante unos meses a Buenos Aires, donde falleció a finales del año 2000 a la edad de 90 años. En su lecho de muerte bosquejó un cuento corto: la historia de un violinista que, a punto de comenzar un concierto que definirá su carrera, descubre que ha olvidado la partitura. Durante toda su vida reivindicó su adhesión al socialismo.

Waldryano
Enviado por Waldryano em 28/09/2022
Reeditado em 29/09/2022
Código do texto: T7616341
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