El Couto Mixto: la república Independiente de mi casa
18 FEBRERO, 2015 / EL CALZADOR
Subíamos al coche muy de mañana. Es decir: se subían mis padres y a mí me llevaban como cualquier otro bulto hasta que, en la parada del desayuno, tras el preceptivo bocadillo de jamón, volvía a la vida.
Eran interminables aquellos viajes al pueblo con el MG, más tarde con el mercedes enorme que se compró mi padre, con lo bajito que era, y, normalmente, hacíamos noche en cualquier hotel de Benavente porque, las carreteras que ahora unen las aldeas de nuestra zona, no tienen mucho más de treinta años y, aunque durante los sesenta y los setenta ya no había noticia de los asaltantes de otros tiempos, que esperaban a los caminantes que venían con dinero de las ferias, seguía siendo una temeridad recorrer de noche, los no más de veinte kilómetros que separan a Xinzo o a Verín de nuestro pueblo, cuando las carreteras asfaltadas y la luz pública eran tan desconocidas, en la Galicia profunda, como la altura media de una palmera.
Lo recuerdo todo, y es como si volviese a llevar pantalón corto, me estuviese bajando del coche y me preparase para saludar uno por uno a todos mis primos, mis tíos, la abuela y los vecinos, para quienes siempre fui O fillo do Cándido.
[COUTO MIXTO 1]
Nací y crecí en Madrid pero, como he tenido la gran suerte de ser hijo de aldeano gallego, no he encontrado mejor forma de comenzar mi intervención en este distinguido lugar, ni de superar en lo posible mi miedo escénico, que contarles que mi padre, Cándido Estévez Coello, nació en Santiago de Rubiás.
Santiago es una aldea perdida, situada en la zona arraiana –fronteriza- entre España y Portugal, al sur de la provincia de Ourense, muy cerca de Verín y de Xinzo de Limia, en el valle del río Salas y entre las sierras del Cebreiro y de Larouco pero, lo que la hace especial, lo que la convierte en única, es que forma con las poblaciones limítrofes de Rubiás y Meaus, el Couto Mixto, integrado en Galicia y España desde 1864 pero que, hasta entonces fue, ni más ni menos, una República Independiente.
Dice la Leyenda que hace muchos, muchos años, una joven de la Nobleza, embarazada, escapaba de unos malhechores por las montañas cuando, ya desfallecida y a punto de ser apresada, fue acogida y escondida por unos vecinos de la zona, en cuya casa dio a luz a su hijo primogénito y su poderosa familia, en agradecimiento, consiguió con sus influencias que los pueblos gozaran de una serie de privilegios que les diferenciaran de los demás de su entorno.
Esa leyenda fue pasando de boca en boca para tratar de explicar el origen del Couto Mixto, en torno al siglo XII, aunque la realidad seguro que fue más parecida a la que cuentan los estudiosos: que cuando Portugal se independizó y las fronteras de jurisdicción eran poco claras, muchos pueblos y villas quedaron en una situación política indefinida, y esta pequeña República, aprovechando quizás su lejanía de los centros de poder y la ausencia de un Señor medieval en torno al cual cohesionarse, aunque sí contaron con el patrocinio de las Casas de Bragança y Monterrei, se fue constituyendo poco a poco y fue manteniendo su independencia, frente a España y Portugal, durante siete siglos.
No estamos hablando de un guión de René Goscinny y Albert Uderzo, y ni siquiera se conoce una pócima mágica que proporcionara fuerza sobrehumana a sus moradores … Aunque elauga ardens, tiene su origen precisamente en el mito druida, cual Panorámix en versión gallega, y ya era conocida antes de que los árabes descubrieran la destilación. El problema es que el aguardiente no fue patrimonio exclusivo del Couto Mixto y por tanto, si había peleas, que aseguraría con certeza que las hubo, la paridad entre pociones estuvo garantizada.
Paseando por Santiago de Rubiás, que era la capital, uno llega casi sin proponérselo a su Iglesia, que no sólo es importante en sí misma por su estilo románico, ni por su retablo barroco, ni porque se acaben de descubrir unos frescos que proceden del siglo XII, sino porque, a falta de otro edificio mejor, fue la sede del Gobierno, el centro político y administrativo y el lugar donde se guardaba el “Arca dos Documentos”, que solo podía abrirse con tres llaves. [OLYMPUS DIGITAL CAMERA]
Sus poseedores eran las altas autoridades del Couto Mixto, comandados por elXuíz (Juez o Alcalde), elegido por votación entre los vecinos de los tres pueblos y asistido por dos representantes de cada uno de ellos, a quienes se denominaba“Homes de Acordo” (Hombres de Acuerdo) y un vigairo, que ejercía como agente ejecutor.
Es tal su ejemplo de organización y cultura democrática que, a lo largo de su existencia, siempre fue gobernada del mismo modo y en base a un modelo que, sin ir más lejos, sigue vigente hoy en día en San Marino, que es gobernada por un Consejo General y por unos capitanes, elegidos en cada uno de sus castellí o divisiones administrativas.
Ir a la vecina aldea portuguesa de Tourem, era una excursión inevitable cada año. Nos llevaban en coche hasta Randín, pueblo cercano y, desde allí, íbamos andando por un camino que, aunque recorre un frondoso bosque, sigue estando perfectamente delimitado. Al llegar, los mayores compraban toallas y albornoces, cómo no, y a nosotros nos regalaban caramelos. Era siempre un día que esperábamos y que hacía que nos sintiéramos muy importantes, yendo a otro país dando un paseo, lejos a nuestra tierna infancia de saber que aquél era, ni más ni menos, el legendario Camiño Privilexiado (camino privilegiado), que unía al Couto con Portugal, y por el que los vecinos de la república diminuta, ejercieron su privilegio principal: practicar el libre comercio, sin dar cuentas a nadie. La línea que separaba la legalidad del contrabando puro y duro, era muy fina, pese a lo cual estaba establecido que nadie podía ser apresado, ni a lo largo del camiño, ni dentro de una legua de extensión respecto a la periferia del Couto, salvo por delitos de extrema gravedad.
Pero dicho privilegio, con ser probablemente el principal, distaba de ser el único.
En materia de nacionalidad, al existir libertad de elección, convivían portugueses, españoles y otros vecinos que no habían optado por ninguna de las dos; de tal forma que, en una misma casa, podían quedar sujetas a una u otra nacionalidad las distintas plantas de la misma, o incluso las habitaciones, de nuevo como si Goscinny y Uderzo se hubieran inspirado en esta historia para escribir “La Gran Zanja”, y por eso se le otorgó la calificación de “mixtos” a los naturales de esta peculiar zona.
Cuando nos hicimos algo mayores, nos empezaron a llevar a las fiestas de los pueblos cercanos. Sobre todo con lo que durante el año era el autobús de un colegio de Barcelona y que, en verano, se convertía en “el escolar”, que nos llevaba un día a Sampaio, otro a La Boullosa, a Cualedro, a Lobios … Y allí ligábamos lo que podíamos, bebíamos lo que nos dejaban, que era más bien poco, y en lo demás éramos libres.
Aquella sensación de libertad era magnífica. Acostumbrados como estábamos la mayoría a la vida de ciudad, con sus horarios estrictos, llegar al pueblo equivalía a entrar y salir de casa a nuestras anchas y, habituados a las distancias de Barcelona o de Madrid, llegar de un pueblo a otro requería el mínimo esfuerzo, lo que por ejemplo a los de nuestra familia nos venía de miedo, porque el bar del pueblo era de nuestro tío y era cuestión de encontrar otros destinos, preferentemente el de Quintá, que incluso tenía mesa de billar y nos permitía comprar tabaco del … del camiño privilexiado, ya me entienden. winston y, en su defecto, camel. Lo que hubiera.
Los vecinos del Couto Mixto no votaban fuera de su propia Asamblea, pero tampoco pagaban impuestos, ni en España ni en Portugal, incluso si ostentaban cualquiera de las dos nacionalidades. Ni qué decir tiene que aquello hacía que sus hombres y mujeres casaderas, fueran literalmente perseguidos por las mozas y los mozos de las localidades vecinas, que soñaban con casarse y afincarse allí, para evitar el pago de sus obligaciones fiscales. Por eso, entre otras cosas, se conoce a esta república, como la “Andorra galega”.
No aportaban hombres para los ejércitos de España y Portugal, ni siquiera en tiempo de guerra y tal prebenda, lejos de ser simplemente consuetudinaria, dio origen a diferentes resoluciones, siempre favorables a los vecinos del Couto, cuando se intentó alistar a sus mozos.
Su población nunca se determinó, pero pudo estar en torno a las mil personas, cuya actividad preferente era el comercio, como les he contado, junto a la agricultura –tabaco, lino, patata, centeno, maíz, trigo- y la ganadería, además de dominar el arte de la cantería, que se utilizaba sobre todo para la construcción de casas de granito, muy especialmente en Meaus, y que fue aprovechado por un vecino, muy conocido en la zona que, en los años Veinte del pasado siglo, emigró a New York y acabó haciéndose rico construyendo rascacielos.
Los comerciantes aprovecharon sus prerrogativas con el tabaco, la sal y los tejidos, enfocando sus negocios desde Portugal y hacia la provincia de Ourense, sobre todo en Xinzo, Verín, Allariz y Celanova, llegando su zona de influencia a Lugo y, además de los productos de propia factura, introdujeron las lanas de origen portugués y las de tripe rizo, de procedencia inglesa hasta que, a partir de 1840, los mercaderes del Couto recorrieron el camino inverso, desplazándose hacia Barcelona en busca de sus tejidos y vendiéndolos en Portugal.
También merece la pena citarse un oficio boyante, el de “boticario”, para el que no se exigía titulación alguna dentro del Couto, lo que dio origen a un floreciente comercio de productos farmacéuticos.
Años después, cuando algunos de nosotros ya teníamos coche, sin despreciar en absoluto las fiestas del entorno, comenzamos a ir a Xinzo, a Verín e incluso a Ourense, y yo me enamoré por el camino de Allariz, de Celanova y de Ribadavia, por las que siento auténtica pasión y de las que guardo recuerdos imborrables. Entre ellos, uno culinario tan sorprendente como el de probar mis primeros gnocchi, hasta el punto de que a mí no me recuerdan a Italia, que sería lo suyo, sino a aquél restaurante de Allariz, y a aquella noche.
Fue una especie de variante exótica de los interminables banquetes que se organizan en estos pueblos gallegos, con cualquier excusa. Nunca me han sabido como aquellas, las empanadas que probé, ni me he visto ante cabritos o lacones comparables, a los que presidían aquellas mesas tan largas.
El idioma popular del Couto Mixto era el gallego, pero los documentos se escribían en castellano, como sucedía en las escuelas y como, de hecho, ha venido sucediendo hasta finales del siglo XX.
Pero llegó 1856 y, en el Couto se personaron Frederico Leão y Fidencio Bourman, respectivamente presidentes de las secciones portuguesa y española de la Comisión Mixta de Límites, encargados de redactar un primer Informe, dentro de los trabajos que los Estados ya desarrollaban, para establecer definitivamente las fronteras entre ambos.
Fue el primer paso, de lo que acabó siendo la firma del Tratado de Lisboa, por representantes de la reina Isabel II de España y el rey Luis I de Portugal el 29 de septiembre de 1864, por el que Santiago, Meaus y Rubiás fueron incorporados definitivamente a España … Aunque con la impresión de que podrían haber acabado en Portugal perfectamente, en todo o en parte. Tal vez los vecinos del Couto, y sus descendientes, seamos españoles por el resultado de una partida de cartas, o por cómo cayeron los dados.
No hubo oposición, con todo. Los expertos, entre ellos amigos de mi familia como García Mañá o Feijóo, coinciden en reseñar que los privilegios habían ido decreciendo con los años, y la prosperidad de antaño había desaparecido casi por completo, de tal forma que se impuso el carácter arraiano de la zona, en la que tan referentes y tan cercanos han sido siempre Verín o Xinzo, como Tourem, Chaves y Montalegre, y abrazaron la bandera española con la misma pasión, o la misma falta de ella según los casos, con la que hubieran rendido honores a la portuguesa.
En la actualidad, la población de las tres aldeas es muy escasa. Desde los años sesenta del pasado siglo, los jóvenes fueron buscando fortuna en Alemania, Suiza, Barcelona o Madrid, donde se quedaron, aunque una minoría sí ha acabado regresando, e incluso ha invertido el dinero ganado en negocios. Y en Verano, aunque algunos no volvemos todo lo que desearíamos, son muchos quienes disfrutan allí las vacaciones, en casas de nueva planta o en la familiar modernizada.
Y sus hijos, reproducen nuestros recuerdos de juventud.
Fran Estévez, fillo do Cándido, de Galicia y do Couto Mixto.
18 FEBRERO, 2015 / EL CALZADOR
Subíamos al coche muy de mañana. Es decir: se subían mis padres y a mí me llevaban como cualquier otro bulto hasta que, en la parada del desayuno, tras el preceptivo bocadillo de jamón, volvía a la vida.
Eran interminables aquellos viajes al pueblo con el MG, más tarde con el mercedes enorme que se compró mi padre, con lo bajito que era, y, normalmente, hacíamos noche en cualquier hotel de Benavente porque, las carreteras que ahora unen las aldeas de nuestra zona, no tienen mucho más de treinta años y, aunque durante los sesenta y los setenta ya no había noticia de los asaltantes de otros tiempos, que esperaban a los caminantes que venían con dinero de las ferias, seguía siendo una temeridad recorrer de noche, los no más de veinte kilómetros que separan a Xinzo o a Verín de nuestro pueblo, cuando las carreteras asfaltadas y la luz pública eran tan desconocidas, en la Galicia profunda, como la altura media de una palmera.
Lo recuerdo todo, y es como si volviese a llevar pantalón corto, me estuviese bajando del coche y me preparase para saludar uno por uno a todos mis primos, mis tíos, la abuela y los vecinos, para quienes siempre fui O fillo do Cándido.
[COUTO MIXTO 1]
Nací y crecí en Madrid pero, como he tenido la gran suerte de ser hijo de aldeano gallego, no he encontrado mejor forma de comenzar mi intervención en este distinguido lugar, ni de superar en lo posible mi miedo escénico, que contarles que mi padre, Cándido Estévez Coello, nació en Santiago de Rubiás.
Santiago es una aldea perdida, situada en la zona arraiana –fronteriza- entre España y Portugal, al sur de la provincia de Ourense, muy cerca de Verín y de Xinzo de Limia, en el valle del río Salas y entre las sierras del Cebreiro y de Larouco pero, lo que la hace especial, lo que la convierte en única, es que forma con las poblaciones limítrofes de Rubiás y Meaus, el Couto Mixto, integrado en Galicia y España desde 1864 pero que, hasta entonces fue, ni más ni menos, una República Independiente.
Dice la Leyenda que hace muchos, muchos años, una joven de la Nobleza, embarazada, escapaba de unos malhechores por las montañas cuando, ya desfallecida y a punto de ser apresada, fue acogida y escondida por unos vecinos de la zona, en cuya casa dio a luz a su hijo primogénito y su poderosa familia, en agradecimiento, consiguió con sus influencias que los pueblos gozaran de una serie de privilegios que les diferenciaran de los demás de su entorno.
Esa leyenda fue pasando de boca en boca para tratar de explicar el origen del Couto Mixto, en torno al siglo XII, aunque la realidad seguro que fue más parecida a la que cuentan los estudiosos: que cuando Portugal se independizó y las fronteras de jurisdicción eran poco claras, muchos pueblos y villas quedaron en una situación política indefinida, y esta pequeña República, aprovechando quizás su lejanía de los centros de poder y la ausencia de un Señor medieval en torno al cual cohesionarse, aunque sí contaron con el patrocinio de las Casas de Bragança y Monterrei, se fue constituyendo poco a poco y fue manteniendo su independencia, frente a España y Portugal, durante siete siglos.
No estamos hablando de un guión de René Goscinny y Albert Uderzo, y ni siquiera se conoce una pócima mágica que proporcionara fuerza sobrehumana a sus moradores … Aunque elauga ardens, tiene su origen precisamente en el mito druida, cual Panorámix en versión gallega, y ya era conocida antes de que los árabes descubrieran la destilación. El problema es que el aguardiente no fue patrimonio exclusivo del Couto Mixto y por tanto, si había peleas, que aseguraría con certeza que las hubo, la paridad entre pociones estuvo garantizada.
Paseando por Santiago de Rubiás, que era la capital, uno llega casi sin proponérselo a su Iglesia, que no sólo es importante en sí misma por su estilo románico, ni por su retablo barroco, ni porque se acaben de descubrir unos frescos que proceden del siglo XII, sino porque, a falta de otro edificio mejor, fue la sede del Gobierno, el centro político y administrativo y el lugar donde se guardaba el “Arca dos Documentos”, que solo podía abrirse con tres llaves. [OLYMPUS DIGITAL CAMERA]
Sus poseedores eran las altas autoridades del Couto Mixto, comandados por elXuíz (Juez o Alcalde), elegido por votación entre los vecinos de los tres pueblos y asistido por dos representantes de cada uno de ellos, a quienes se denominaba“Homes de Acordo” (Hombres de Acuerdo) y un vigairo, que ejercía como agente ejecutor.
Es tal su ejemplo de organización y cultura democrática que, a lo largo de su existencia, siempre fue gobernada del mismo modo y en base a un modelo que, sin ir más lejos, sigue vigente hoy en día en San Marino, que es gobernada por un Consejo General y por unos capitanes, elegidos en cada uno de sus castellí o divisiones administrativas.
Ir a la vecina aldea portuguesa de Tourem, era una excursión inevitable cada año. Nos llevaban en coche hasta Randín, pueblo cercano y, desde allí, íbamos andando por un camino que, aunque recorre un frondoso bosque, sigue estando perfectamente delimitado. Al llegar, los mayores compraban toallas y albornoces, cómo no, y a nosotros nos regalaban caramelos. Era siempre un día que esperábamos y que hacía que nos sintiéramos muy importantes, yendo a otro país dando un paseo, lejos a nuestra tierna infancia de saber que aquél era, ni más ni menos, el legendario Camiño Privilexiado (camino privilegiado), que unía al Couto con Portugal, y por el que los vecinos de la república diminuta, ejercieron su privilegio principal: practicar el libre comercio, sin dar cuentas a nadie. La línea que separaba la legalidad del contrabando puro y duro, era muy fina, pese a lo cual estaba establecido que nadie podía ser apresado, ni a lo largo del camiño, ni dentro de una legua de extensión respecto a la periferia del Couto, salvo por delitos de extrema gravedad.
Pero dicho privilegio, con ser probablemente el principal, distaba de ser el único.
En materia de nacionalidad, al existir libertad de elección, convivían portugueses, españoles y otros vecinos que no habían optado por ninguna de las dos; de tal forma que, en una misma casa, podían quedar sujetas a una u otra nacionalidad las distintas plantas de la misma, o incluso las habitaciones, de nuevo como si Goscinny y Uderzo se hubieran inspirado en esta historia para escribir “La Gran Zanja”, y por eso se le otorgó la calificación de “mixtos” a los naturales de esta peculiar zona.
Cuando nos hicimos algo mayores, nos empezaron a llevar a las fiestas de los pueblos cercanos. Sobre todo con lo que durante el año era el autobús de un colegio de Barcelona y que, en verano, se convertía en “el escolar”, que nos llevaba un día a Sampaio, otro a La Boullosa, a Cualedro, a Lobios … Y allí ligábamos lo que podíamos, bebíamos lo que nos dejaban, que era más bien poco, y en lo demás éramos libres.
Aquella sensación de libertad era magnífica. Acostumbrados como estábamos la mayoría a la vida de ciudad, con sus horarios estrictos, llegar al pueblo equivalía a entrar y salir de casa a nuestras anchas y, habituados a las distancias de Barcelona o de Madrid, llegar de un pueblo a otro requería el mínimo esfuerzo, lo que por ejemplo a los de nuestra familia nos venía de miedo, porque el bar del pueblo era de nuestro tío y era cuestión de encontrar otros destinos, preferentemente el de Quintá, que incluso tenía mesa de billar y nos permitía comprar tabaco del … del camiño privilexiado, ya me entienden. winston y, en su defecto, camel. Lo que hubiera.
Los vecinos del Couto Mixto no votaban fuera de su propia Asamblea, pero tampoco pagaban impuestos, ni en España ni en Portugal, incluso si ostentaban cualquiera de las dos nacionalidades. Ni qué decir tiene que aquello hacía que sus hombres y mujeres casaderas, fueran literalmente perseguidos por las mozas y los mozos de las localidades vecinas, que soñaban con casarse y afincarse allí, para evitar el pago de sus obligaciones fiscales. Por eso, entre otras cosas, se conoce a esta república, como la “Andorra galega”.
No aportaban hombres para los ejércitos de España y Portugal, ni siquiera en tiempo de guerra y tal prebenda, lejos de ser simplemente consuetudinaria, dio origen a diferentes resoluciones, siempre favorables a los vecinos del Couto, cuando se intentó alistar a sus mozos.
Su población nunca se determinó, pero pudo estar en torno a las mil personas, cuya actividad preferente era el comercio, como les he contado, junto a la agricultura –tabaco, lino, patata, centeno, maíz, trigo- y la ganadería, además de dominar el arte de la cantería, que se utilizaba sobre todo para la construcción de casas de granito, muy especialmente en Meaus, y que fue aprovechado por un vecino, muy conocido en la zona que, en los años Veinte del pasado siglo, emigró a New York y acabó haciéndose rico construyendo rascacielos.
Los comerciantes aprovecharon sus prerrogativas con el tabaco, la sal y los tejidos, enfocando sus negocios desde Portugal y hacia la provincia de Ourense, sobre todo en Xinzo, Verín, Allariz y Celanova, llegando su zona de influencia a Lugo y, además de los productos de propia factura, introdujeron las lanas de origen portugués y las de tripe rizo, de procedencia inglesa hasta que, a partir de 1840, los mercaderes del Couto recorrieron el camino inverso, desplazándose hacia Barcelona en busca de sus tejidos y vendiéndolos en Portugal.
También merece la pena citarse un oficio boyante, el de “boticario”, para el que no se exigía titulación alguna dentro del Couto, lo que dio origen a un floreciente comercio de productos farmacéuticos.
Años después, cuando algunos de nosotros ya teníamos coche, sin despreciar en absoluto las fiestas del entorno, comenzamos a ir a Xinzo, a Verín e incluso a Ourense, y yo me enamoré por el camino de Allariz, de Celanova y de Ribadavia, por las que siento auténtica pasión y de las que guardo recuerdos imborrables. Entre ellos, uno culinario tan sorprendente como el de probar mis primeros gnocchi, hasta el punto de que a mí no me recuerdan a Italia, que sería lo suyo, sino a aquél restaurante de Allariz, y a aquella noche.
Fue una especie de variante exótica de los interminables banquetes que se organizan en estos pueblos gallegos, con cualquier excusa. Nunca me han sabido como aquellas, las empanadas que probé, ni me he visto ante cabritos o lacones comparables, a los que presidían aquellas mesas tan largas.
El idioma popular del Couto Mixto era el gallego, pero los documentos se escribían en castellano, como sucedía en las escuelas y como, de hecho, ha venido sucediendo hasta finales del siglo XX.
Pero llegó 1856 y, en el Couto se personaron Frederico Leão y Fidencio Bourman, respectivamente presidentes de las secciones portuguesa y española de la Comisión Mixta de Límites, encargados de redactar un primer Informe, dentro de los trabajos que los Estados ya desarrollaban, para establecer definitivamente las fronteras entre ambos.
Fue el primer paso, de lo que acabó siendo la firma del Tratado de Lisboa, por representantes de la reina Isabel II de España y el rey Luis I de Portugal el 29 de septiembre de 1864, por el que Santiago, Meaus y Rubiás fueron incorporados definitivamente a España … Aunque con la impresión de que podrían haber acabado en Portugal perfectamente, en todo o en parte. Tal vez los vecinos del Couto, y sus descendientes, seamos españoles por el resultado de una partida de cartas, o por cómo cayeron los dados.
No hubo oposición, con todo. Los expertos, entre ellos amigos de mi familia como García Mañá o Feijóo, coinciden en reseñar que los privilegios habían ido decreciendo con los años, y la prosperidad de antaño había desaparecido casi por completo, de tal forma que se impuso el carácter arraiano de la zona, en la que tan referentes y tan cercanos han sido siempre Verín o Xinzo, como Tourem, Chaves y Montalegre, y abrazaron la bandera española con la misma pasión, o la misma falta de ella según los casos, con la que hubieran rendido honores a la portuguesa.
En la actualidad, la población de las tres aldeas es muy escasa. Desde los años sesenta del pasado siglo, los jóvenes fueron buscando fortuna en Alemania, Suiza, Barcelona o Madrid, donde se quedaron, aunque una minoría sí ha acabado regresando, e incluso ha invertido el dinero ganado en negocios. Y en Verano, aunque algunos no volvemos todo lo que desearíamos, son muchos quienes disfrutan allí las vacaciones, en casas de nueva planta o en la familiar modernizada.
Y sus hijos, reproducen nuestros recuerdos de juventud.
Fran Estévez, fillo do Cándido, de Galicia y do Couto Mixto.