LAZARILLO DE TORMES – EL PÍCARO*

(Autoria desconocida)

La narrativa trae Lázaro diciendo como fue su vida desde su nacimiento, cuando ya se dan sus desdichas. Empieza con la pérdida de su padre, un ladrón confeso, que padeció persecuciones hasta la muerte. La viuda, su madre, mantuvo una relación que se puede suponer de prostitución:

“…Éste algunas veces se venía a nuestra casa y se iba a la mañana. […] mas, de que vi que con su venida mejoraba el comer, fuile queriendo bien, porque siempre traía pan, pedazos de carne y en el invierno leños a que nos calentábamos.”

En este fragmento es posible verse la astucia de Lázaro que al principio no quería al padrastro, pero con los agrados que lo hacían librarse del hambre su sentimiento se ha cambiado.

Lazarillo traslada de la simplicidad de un niño a la astucia de un muchacho de manera cruel, tras la calabazada en el toro de piedra que le dio el ciego, diciéndole para quedarse más atento a la vida.

“Pareciome que en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba.”

A lo largo de la novela Lazarillo va a enfrentar muchas desdichas en la lucha por el pan, y va a vivir su suerte adversa en las manos de sus amos, desde el ciego hasta el alguacil, y, por último, va a casarse con una criada del arcipreste. Es el proprio arcipreste que va a proponer a Lázaro que se case con la criada suya.

“[…] Y así, me casé con ella, y hasta agora no estoy arrepentido, porque, allende de ser buena hija y diligente servicial, tengo en mi señor arcipreste todo favor y ayuda.”

Las malas lenguas insinuaban que la mujer iba a hacer otras cosas además de la cama y de la comida del arcipreste y, uniéndose a eso, había las sospechas de Lázaro a causa de sus malos pensamientos cuando la esperaba hasta tarde y a su memoria venía el ciego, su primer amo, y lo que él había dicho de los cuernos.

Sin embargo a Lázaro no convenía importarse con la gente, sino con su bienestar, y es comprensible. Un hombre que por toda la vida ha pasado malos momentos, y ni siquiera tenía lo que comer, y que por ello había cometido muchas trampas, no dudaría en seguir con los engaños aunque ahora fuera a él mismo. Se sometería al papel de esposo, ¿por qué no? No tenía él lo que perder.

“Y siempre en el año le da, en veces, al pie de una carga de trigo; por las Pascuas, su carne; y cuando el par de los bodigos, las calzas viejas que deja. Y hízonos alquilar una casilla par de la suya; los domingos y fiestas casi todas las comíamos en su casa”.

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*Ante todo hay que observar que es el propio pícaro quien cuenta su historia.

Maria Celça
Enviado por Maria Celça em 13/12/2013
Reeditado em 05/02/2014
Código do texto: T4610281
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