LA CELESTINA – DIÁLOGO Y PARADOXO*

La polémica al respecto del género literario de La Celestina es algo muy complejo. No se puede decir que es de hecho una comedia, como han sugerido algunos críticos, aunque es cierto que haya mucho de comicidad en las líneas del autor y que en la composición haya pasajes que pueden indicar este género como posible.

En el Primer Acto, por ejemplo, al inicio del diálogo, se queda muy clara la comicidad del personaje Calisto. Él demuestra una pasión loca luego después del primer contacto con Melibea, que el acaso lo quiso, cuando entra en su huerta para buscar su ave de caza. Su declaración le pareció a su amada gran atrevimiento.

Calisto es un hombre sin seso, y eso hace más fuerte la comicidad de la historia. Su debilidad se ve en el momento en que expone su drama a uno de los criados, pidiéndole consejo. Y este le dijo “… tienes fortuna y todos te aman” como una forma de aliviar a su corazón que sufre de amor. Sempronio intenta hacerlo ver a Melibea menos de lo que a él le parece, ya que su amo “arde en amores de Melibea”. Llega a decir que está viéndola con “ojos de alinde”.

Los personajes tienen carácter dudoso, se muestran deshonestos, uno se queda intentando sacar provecho del otro. Y con esto ya nos volvemos a pensar en la obra como otro género que no sea la comedia. Además de esto, las situaciones trágicas de las muertes, dan a la obra todo el aparato para sonar como tragedia.

A la “puta vieja” no sé si podemos poner toda la culpa por su deshonestidad e ingenio delante de la codicia por las ganancias. “Calisto, loco y franco; ni a él le dolerá gastar, ni a mí andar”. Demuestra ser una vieja sabia, que la experiencia ha hecho experta y que no admite jugar para perder. Sabía de todo del mundo y de sus placeres. Es ella que va a decir que “es tontería o simpleza llorar por lo que no se puede remediar llorando” y “a quien dices tu secreto, le das tu libertad”. Además de esto, en otra habla demuestra su inteligencia de alguien que mucho ya vivió, al decir “las cosas que no son bien pensadas tienen casi siempre efectos no queridos”. Se siente feliz a cada paga que recibe del imbécil que a ella confía su propia vida, intentando ganar el corazón de la mujer amada (que no se sabe también si el amor es real, o sólo más una de las flaquezas del hombre frágil que es Calisto).

Pármeno, aun en el Primer Acto, hablando a su amo de lo que conocía de la vieja, has dicho “… y también tenía mil cosas para consolar amores. Venían a ella muchos hombres y mujeres. Y todo era engaño y mentira”. Los enamorados, hombres y mujeres, se quedaban ciegos delante de sus sentimientos y a Celestina recorrían, que no perdía una oportunidad de aprovecharse de la debilidad de ellos. Ella deshonesta y ellos tontos.

Además de la protección que el criado intenta dar a su amo, este no le oye y adora a la vieja, creyendo que sólo ella podría traerle el remedio para sanar su dolor. “Desde aquí adoro la tierra que pisas y la beso”.

Bueno, a un señor que de su servo tiene ayuda para su dolor, Calisto puede ser considerado un necio, sin voluntad propia, y sin ingenio para la conquista. Y además de esto se deja llevar por la astuta Celestina, que surge en el texto como su esperanza de conquistar a Melibea. Eso puede justificar la afirmación de Dorothy Severin, en el texto estudiado: “Calisto é cômico desde o primeiro momento”.

Es posible también que se piense en una historia romántica, donde las parejas eligen a la muerte delante de la imposibilidad de vivir el amor en su plenitud. Los amantes se ponen débiles, si someten a locuras, delante de un amor ardiente. “Tengo serpientes dentro de mi cuerpo que me comen el corazón”, dijo Melibea al sentirse enamorada de Calisto, buscando para su mal el remedio. A pesar de enfadarse con Celestina al inicio, a ella le confió su enfermedad.

Antes de esto, podemos ver en los actos Tercer y Octavo la mención al amor, hecha por la bruja vieja: “la paciencia no es la cosa más propia de los que aman” y “mucha fuerza tiene el amor. La misma en toda clase de hombres.”

La composición habla del amor de una forma encantadora, como algo contrastante entre el bueno y el malo: “Es un fuego escondido, una agradable herida, un dulce veneno, un alegre tormento, una blanda muerte.” Y los rasgos van tomando forma dando a parecer que se trata de un amor muy fuerte, donde los enamorados se ponen en desespero y viven dramáticos días a espera del encuentro. Décimo Acto: “Oh, ¡mi madre y mi señora! Haz que luego pueda verlo, si mi vida quieres.” Y la mujer enamorada se entrega a la posibilidad del contacto con su amado a la hora que él ordene.

Por lo tanto, la diversidad temática genera la discusión de los que defienden uno y otro género. No hay una certidumbre de nadie, sino interpretaciones. Pero no se puede ver esto como algo negativo, por lo contrario, es esto un medio de poner en discusión las distintas posibilidades de lecturas e interpretaciones que la obra ofrece, haciéndola verdaderamente literaria.

*GONZÁLEZ, Mario M. Letras de Literatura Espanhola (da Idade Média ao século XVII)

Maria Celça
Enviado por Maria Celça em 13/12/2013
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