Tarde soleada

De tarde en tarde vuelvo a recordar

detalles de mi pasado

y me entretengo en eso:

Desmenuzando mi existencia,

repasando mi historia

llena de grito oculto,

de llanto seco y amargo.

Me duele hacerlo, porque ahí

está tu presencia

mi niña de campo,

belleza, inocencia.

Y me recuesto en la tarde

y la brisa fresca que entra

por la ventana abierta de mi pieza,

me lleva hasta donde tú habitabas.

Pies descalzos, parecías esperarme

-al menos así quería creerlo-

y te veo sonriente y mía;

tu mirada me toca y me llena de sosiego.

Esta tarde estaré contigo

y cuando el sol se esconda y tengas frío

yo te daré mi abrigo...

Pero tú no dices nada

y yo nada te digo

sólo te miro en silencio

y te siento enamorada.

Luego tu cabeza recostada en mi hombro

no me dejan ver lo que dicen tus ojos...

Cuando aquella tarde viniste a mí,

tarde soleada, maravillosa,

fue tarde llena de ti.

¡No! Cuando aquella tarde viniste a mí,

fue tarde gris.

Porque si no hubieras venido

yo te seguiría esperando,

yo estaría imaginando tu regreso,

anhelante de dudas,

escaso de besos.

Pero, cuando aquella tarde viniste a mí,

algo aquí dentro

quedó hecho trizas.