ESPERANZA
Adentro, mi clara cabeza de omne otoñal,
entregó dulz fructo con semillas de la vida,
cuando busqué en ti la brújula olvidada.
Tu palabra fue sacándome de un laberinto,
y aquella voz despertó a los dos mortales.
Heredamos así todas las sonrisas de bronce,
en lluvias, de tus hablantes ojos callados.
Nada se divisaba, ni enigmas, ni respuestas ...
se murió la verdad y tembló la esperanza ...