Geometría
Apenas uno o dos grados
en la comisura de tus labios
que insinuaban (creia yo) para mí un beso.
No era ese el propósito, pienso,
era mi credo.
Ese coqueteo de tu pelo
con el suave viento
meciéndolo, acariciándolo.
Ganas de tocarlo y tenerlo;
robarlo y olerlo.
El ángulo de tu rostro,
el giro involuntario cuasi perfecto;
la cadencia de tus párpados,
cansados, somnolientos.
Tu mirada distante,
en qué mundo viviendo,
que tropieza accidentada
con la mía y mis miedos.
Cómo coinciden los momentos y trayectos
acercándolos en las rutas del vivir-morir incierto.
(Hay algo que no puedo decirte,
que es necesario contarte,
pero por qué herir tus sueños,
morir tu luz y desvelarte).
Y no pasó por mí
la conciencia de mis años
tampoco en ti surgió la duda
del placer ingrato.
(No era el propósito, creo,
era un puro sueño
que retornó la caricia
junto el beso anhelado).
Y en esa mañana de tropos
y garúas matutinas
se refrescó mi memoria
de juventud lejana.