Ventanas abiertas
Por las calles torcidas, por donde me llevan los pies
Y donde los pies pasan presionados ante la acera,
Cuando la arena rocía mis tobillos,
Acuerdo de ti
Como cuando las serpentinas tremblan y iluminan mis ojos,
Como los ojos, como agua de mayo, reflejan tus ojos,
Y como los anteojos, chispeantes, me esconden,
Y lo hacien a llorar
Acuerdo de ti,
En el entierro, o en la sonrisa
Desde la muerte, por la eternidad, hasta la muerte
Habré acuerdado de ti, siempre
Cuando las hojas de las árboles caducaren, en el otoño,
O cuando los vientos susurraren en mis orejas, en la primavera,
O cuando las abejas se multiplicaren, en el verano,
O cuando la nieve, blanca y blanca, en el invierno,
Cubrirme, como una manta y sofocarme
(fingindo calentarme)
Acuerdaré de ti, de rodillas, rezando para los cielos,
Y tus lamentos soplando con la brisa
Acuerdaré de ti, sin dudas
Pero tu memoria se borrará
Y se empañará,
Despacio.
Y más,
Oiré tu lloro,
Oiré tu clamor,
Oiré tu soledad,
Dondequiera que yo esté,
Pero ya habré cruzado tantos arroyos
De lágrimas y sangre
Y tantas montañas,
De oro fundido,
Que no volveré.
Sé que tu dolor duele en mi también
Y tu vacuidad mi torna vacio
Pero no volveré, y, así, no viverás
Y no viverás, y, así, no viveré...
Naciste sola, y sola morirás
Nací lejos, moriré lejano.