Nuestro equinocio

Nada era luna, nada era sol,

apenas cuerpos y vidas,

un perfume de celo,

uno sin sueño en los ojos.

Simiente hombre,

fruto caliente... mujer,

venía mundo la natureza,

para el gozo sin vergüenza.

Luz ausente de los ojos,

estamos dentro del otro,

sigo tus trilhas húmedas,

hasta que quemo piel por dentro.

Nos falta el aire, fuerzas,

relámpagos vienen como olas,

en los poros apuntan sudores fervientes,

éxtasis, placer puro y ciego.

Sabores van del cuerpo al alma,

todos los segundos param en el medio,

algunos sueños se realizan y adormecen,

imediatamente deslizo fuera del sexo.

La luz rasga las sombras sobre la cama,

un contorno de imágenes ciegas,

muchas piernas, muchos brazos,

inertes quedan, boca a boca.

El tiempo para en el medio,

nada existe, ni luz, ni sonido...

en cuanto haya vida,

el deseo quedará cuando se vaya lejos.

Aún sin sol, sin luna,

la cama cambió la moldura de cuerpos,

un diseño de aromas y líquidos,

impregnados de pasión y silencio.

14/04/2009

Caio Lucas
Enviado por Caio Lucas em 15/04/2009
Código do texto: T1540678
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