Apachetas
¿Dónde quedó el corazón
que puse en tu mano?
Recogido fue del jardín
que no prosperó.
¿Qué fue de mi después
del primer silencio y
del último beso?
¿Por qué no saliste a buscarme
como prestamista al dinero:
rauda,
precisa
y… efectiva?
¿Acaso fue de piedras
mi castillo construido?
(Una a una se elevaron
hasta alcanzar su altura).
Siquiera un sismo atentara
sobre su arquitectura,
más no fue así, ni lo quisiera.
Ya bastante tuve
de sinsabores y amargura.
Por eso te pido
sin ánimo de agobiarte:
Deja mi músculo cardíaco
inmortalizado
dentro de esta apacheta
muda, seria y temeraria
que guarda el alma abandonada
de mi pasado.