SIESTA (español y portugués)

La tarde declinó sobre mi corazón

trayendo rumores de ayeres insondables

cuando el cielo reía

y mi voz cantaba entre las hojas.

Sentí que nada estaba ausente,

que la luz del mediodía alumbraba mi ventana

y mi perro me seguía

por el camino polvoriento en busca del arroyo.

Un carril infinito

de siesta y de silencio

bajo la luz brillante que mis ojos cegaba

y volví mi cabeza al chistido insolente

de la lechuza enhiesta en el poste de telégrafo.

Las flores me arrojaban

carcajadas de aromas

que se mezclaban seductores

con croares de ranas

ocultas en los charcos.

Siesta de mis lares,

sutil espacio vivo

que alegra en este ocaso

en que no sé ya si veo

la luz de la mañana

en que no me sostengo con mis pasos presentes

sino con el tesoro de mis sueños guardados

que a veces se presentan

pequeños y distantes

pero vivos, activos, vitales, impulsores.

Sólo voy con mi perro

camino del arroyo

bajo la ardiente siesta

que está en mi corazón.

Versión en portugués: José-Augusto de Carvalho

SESTA

A tarde desceu sobre o meu coração,

trazendo rumores de insondáveis ontens,

quando o céu se ria

e a minha voz cantava entre as folhas.

Senti que nada estava ausente,

que a luz do meio-dia iluminava a minha janela

e o meu cão me seguia

pelo caminho poeirento, procurando o riacho.

Um carreiro infinito

de sesta e de silêncio,

sob a luz radiosa que cegava os meus olhos.

Virei a cabeça à facécia insolente

duma coruja hirta num poste telegráfico.

As flores arremessavam-me

gargalhadas de aromas

que se casavam sedutores

com coaxares de rãs

ocultas nos charcos.

Sesta dos meus lares,

espaço subtil e vivo

alegrando, neste ocaso

em que já nem sei se vejo

a luz da manhã,

em que me não tenho em meus passos presentes

mas no tesouro dos meus sonhos guardados,

que se me deparam, por vezes,

pequenos e distantes,

mas vivos, actuantes, vitais, impulsores.

Só, vou com o meu cão,

no caminho do riacho,

sob a sesta ardente

que está no meu coração.

Alberto Peyrano
Enviado por Alberto Peyrano em 04/02/2005
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