Calmando su miedo y vigorizando su alma.
Ante las incertidumbres que rodeaban y acampaban su mente, ella simplemente miraba al cielo. Luego, hacia adelante, la inmensidad de sus ojos comenzó a decir cómo se sentía su alma. Con cada gota que caía sobre sus pies cansados ​​había palabras de dolor y angustia. Pero, he aquí, antes del silencio de un cielo comenzó a escucharse un ruido. He aquí, era el ruido de un viento que venía con vehemencia sobre su rostro y anestesiaba los dolores de su alma. Fue un viento de alivio, calmando su miedo y vigorizando su alma.
Renato Fernandes Marques
@escritorrfm