HIJOS DE LAS TINIEBLAS

Un hijo engendrado en la carne también lo es en las tinieblas, que es donde los hijos de los hombres hacen sus obras por sentirse avergonzados de lo que hacen. Dice la Escritura que quien viene de la luz va hacia la luz. También se afirma que quien camina durante el día no tropieza pues ve la luz del día. Siendo así, debemos andar de día para que no tropecemos; después de todo, Jesús dijo que tropieza quien anda de noche.

Mucho de lo que Dios manifiesta a través de las Sagradas Escrituras es difícil de comprender e interpretar para el hombre natural, ya que los aspectos espirituales solo disciernen al hombre espiritual y el carnal no los comprende. Palabras del Espíritu a través de Pablo. 1 Co 2:14.

Existe un concepto entre las personas no instruidas, y es que todos son hijos de Dios. A pesar de ello, esa información no está de acuerdo con la Sagradas Escrituras, tan provechosa para enseñar, corregir, redargüir, instruir sobre justicia para que el hombre de Dios sea perfecto y perfectamente habilitado para toda la buena obra. El propio Jesús, cuando aquí vivió en carne, dijo a unas personas que se decían hijos de Dios que, en verdad, tenían el Diablo por padre. Y también explicó por qué. Esas personas producían las obras de su padre, el cual es mentiroso y el padre de la mentira; no se ha afirmado en la verdad porque la verdad no habita en él. Cuando él habla, manifiesta lo que le es propio, y es un homicida. Jesús hacía lo que había visto junto a su Padre, y aquellos hombres hacían lo que vieron junto al padre de ellos. Jn 8:44.

Así, su padre los inspiraba, y ellos le daban oídos. Y Jesús les preguntó: “¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?”. Jn 8:46. Manifestando de esa forma que el pecado es contrario a la verdad.

Observemos que, no obstante Jesús ser la verdad, cuestionó la razón por la cual ellos no creían “en la verdad” de la cual Él les hablaba.

Ha sido muy difícil para los hombres naturales entender ese hecho cuando lo manifestamos. Y muchos son los que dicen:

Estoy diciendo la “verdad”, cuando quieren manifestar que lo que dicen es verdadero o sincero. Existen incluso programas de radiodifusión llamados “La hora de la verdad” y “El equipo de la verdad” que se promueven como verdaderos, honestos e íntegros. Sin embargo, les aseguramos que el término está mal empleado, ya que los igualaría al Hijo de Dios y, por lo tanto, al propio Dios, representado por el hijo o por la filial de Dios.

Pero un hijo se genera. Y, si se genera, luego alguien lo generó. De ese modo, descubriremos quién generó a quién, para saber quién es el padre del generado.

“Pues habéis nacido de nuevo, no de simiente corruptible sino de incorruptible, por medio de la palabra de Dios que vive y permanece”. 1 Pe 1:23.

‎Y antes, el apóstol escribía: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su grande misericordia nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva por medio de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos”. 1 Pe 1:3.

Consideraremos:

Ser nuevamente generado. En ese caso, los nacidos según la carne son hombres naturales, pues se afirma en otra escritura:

“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo que a menos que uno nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede nacer un hombre si ya es viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo que a menos que uno nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que ha nacido de la carne, carne es; y lo que ha nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo”. Jn 3:3 a 7.

Pero, ¿cómo nacer del agua? ¿A través del bautismo de inmersión? En este caso, el ladrón arrepentido no podría haberse salvado, pues no hubo tiempo de bautizarlo bajo esa forma de bautismo. Y, así, echaría por tierra la palabra de Jesús. La Escritura dice que nunca hubo engaño en su boca; sin embargo, el Espíritu Santo, prenunciado por Jesús para guiarnos hacia toda la verdad y hacernos saber todas las cosas, completó lo que había de más importante para que pudiéramos alcanzar el entendimiento e inspiró al apóstol Pablo, quien escribió: “Esposos, amad a vuestras esposas, así como también Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, a fin de santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, para presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que sea santa y sin falta.”. Ef 5:25-27.

Pero cuando la Escritura menciona “por la palabra”, muchos se imaginan que se refiere a la Biblia como un todo, lo que no condice con las Sagradas Escrituras. Y a continuación demostramos las razones:

“Entonces respondió Jesús y les dijo: Erráis porque no conocéis las Escrituras, ni tampoco el poder de Dios”. Mt 22:29.

“El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su interior”. Jn 7:38.

“Escudriñad las Escrituras, porque os parece que en ellas tenéis vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí”. Jn 5:39.

“Cada día yo estaba delante de vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Pero así es, para que se cumplan las Escrituras”. Mc 14:49.

“Y comenzando desde Moisés y todos los Profetas, les interpretaba en todas las Escrituras lo que decían de él”. Lc 24:27.

“Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas estas cosas que están escritas de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos. Entonces les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras”. Lc 24:44 y 45.

También afirman las Escrituras más recientes:

“Atravesaron por Anfípolis y Apolonia y llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Y de acuerdo con su costumbre, Pablo entró a reunirse con ellos, y por tres sábados discutió con ellos basándose en las Escrituras, explicando y demostrando que era necesario que el Cristo padeciese y resucitase de entre los muertos. Él decía: Este Jesús, a quien yo os anuncio, es el Cristo”. He 17:1-3.

“Además, hermanos, os declaro el evangelio que os prediqué y que recibisteis y en el cual también estáis firmes; por el cual también sois salvos, si lo retenéis como yo os he predicado. De otro modo, creísteis en vano. Porque en primer lugar os he enseñado lo que también recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras“. 1 Co 15:1-4.

De esta forma, vemos que las referencias a las revelaciones contenidas en el libro se conocían como Escrituras. Entonces, ¿qué es la palabra de Dios?

En cierta ocasión, Jesús les preguntó a los judíos:

“Y si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?”. Jn 8:46, ú. parte.

Muy bien: si Jesús hubiera dicho algo contrario a las escrituras, ciertamente Su doctrina no habría estado de acuerdo con las revelaciones aquí contenidas y, en ese caso, no podría aceptarse. Pero todo lo que Jesús decía estaba de acuerdo con lo que ya había sido revelado a través de los profetas. Y así dicen ellas:

“Tu ley es la verdad”. Sal 119:142, ú. parte. Y: “La suma de tu palabra es verdad; eternos son todos tus justos juicios”. Sal 119:160.

No obstante, necesitaremos probar que Jesús manifestaba la Ley de Dios y que las palabras que Él pronunciaba confirmaban la verdad de Dios.

Jesús dijo:

"Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y: el que maldice a su padre o a su madre muera irremisiblemente. Pero vosotros decís que si alguien dice a su padre o madre: "Aquello con que hubieras sido beneficiado de parte mía es Corbán" —es decir, una ofrenda a Dios—ya no le permitís hacer nada por su padre o su madre. Así invalidáis la palabra de Dios mediante vuestra tradición”. Mc 7:9-13.

Como vimos en esa ocasión, se ha manifestado que lo escrito por Moisés con relación al Mandamiento de honrar al padre y a la madre es un Mandamiento de Dios, pues Él dijo ser la palabra de Dios. Y eso está en conformidad con las Escrituras antiguas, pues cuando la Ley de Dios fue ratificada para la entonces creada nación israelita, fue el propio Dios quien dijo desde las nubes: “Yo soy el Señor tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto. No tendrás otros dioses delante de mí”. Ex 20:1 y 2.

Transcribiremos algunas citas que muestran que Jesús siempre manifestaba la Ley de Dios como condición para la vida eterna. Observe:

“Cuando salía para continuar su camino, un hombre vino corriendo, se puso de rodillas delante de él y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para obtener la vida eterna? Pero Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas "bueno"? Ninguno es bueno, sino sólo uno, Dios. Tú conoces los mandamientos: No cometas homicidio, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre. Pero él le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde mi juventud. Entonces al mirarlo Jesús, le amó y le dijo: Una cosa te falta: Anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo. Y ven; sígueme”. Mc 10:17-21.

“Uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó para probarle: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y después viene este otro: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas. Mt 22:35-40.

Por su parte, Marcos registró lo ocurrido de la siguiente forma:

“Entonces se adelantó un maestro de la Ley. Había escuchado la discusión, y se quedaba admirado de cómo Jesús les había contestado. Entonces le preguntó: ¿Qué mandamiento es el primero de todos? Jesús le contestó: El primer mandamiento es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es un único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas. Y después viene este otro: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento más importante que éstos. El maestro de la Ley le contestó: Has hablado muy bien, Maestro; tienes razón cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todas las víctimas y sacrificios.” Mc 12:28-33.

Y así registró Lucas el suceso relativo al doctor de la ley:

“Y he aquí, cierto maestro de la ley se levantó para probarle, diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna? Y él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Él le respondió diciendo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Le dijo: Has respondido bien. Haz esto y vivirás”. Lc 10:25-28.

Es interesante notar que aquellos hombres conocían las escrituras y las citaban correctamente, ya que, después de todo, eran considerados doctores de la ley. Pero, a pesar de que uno de ellos dijo que guardaba los Mandamientos con respecto a su prójimo, aún le faltaba una cosa: renunciar a todo lo que tenía y seguir el camino de Jesús. A continuación, se afirma que era rico y tenía muchas propiedades, hecho que nos hace ver que las riquezas materiales le impiden al hombre ser perfecto.

Pero los hombres religiosos de la actualidad, a semejanza de los fariseos de la época de Jesús, distorsionan las Escrituras y dicen que Jesús resumió Sus Mandamientos o Su Ley en dos, a saber: amar a Dios y al prójimo, aseverando ser el amor a ellos un sentimiento interior, a pesar de que el Espíritu Santo dijo a través de Juan: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos” Y agrega que no son pesados.” 1 Jn 5:3.

Así, Jesús dijo:

“Andad entretanto que tenéis luz” ¿Qué luz tenían ellos?

Dicen las Escrituras: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. Sal 119:105. ¿Qué palabra? ¿Las Escrituras como un todo?

“Porque el mandamiento es antorcha, y la instrucción es luz”. Pr 6:23, p. parte.

De esa forma, los judíos tenían la luz y la lámpara, pero estaban tropezando. ¿Por qué?

Seguramente debido al hecho de que no andaban en la luz; es decir, no observaban integralmente la Ley de Dios. Quien guarda los Mandamientos de Dios no tropieza. Observe:

“Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo”. Sal 119:165.

Los hombres carnales o naturales dicen que los judíos del tiempo de Jesús guardaban la Ley de Dios, lo que no condice con lo que está registrado en las Escrituras. Observe:

“¿No os dio Moisés la Ley? Y ninguno de vosotros la cumple”. p. parte. Jn 7:19.

Aún otros eventos y citas confirman que los judíos no observaban la verdad de Dios —Sus Mandamientos—. Observe:

“¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?” “El que es de Dios escucha las palabras de Dios. Por esta razón vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios”. Jn 8:46 y 47.

Observe que Jesús decía la verdad, es decir, algo específico, y no cosas verdaderas en forma genérica. Y, más adelante, Él dijo que quien es de Dios escucha las palabras de Dios. En ese caso, como Él decía la verdad, entonces esta es la Palabra de Dios, y esa información está de acuerdo con otra escritura que dice:

“Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad”. Jn 17:17.

“La suma de tu palabra es verdad; eternos son todos tus justos juicios”. Sal 119:160.

Dijo Jesús: “Yo soy el que doy testimonio de mí mismo. También el Padre que me envió da testimonio de mí. Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre. Si a mí me conocierais, a mi Padre también conoceríais. Estas palabras habló Jesús enseñando en el templo en el lugar de las ofrendas; y nadie lo prendió, porque todavía no había llegado su hora”. Jn 8:18-20.

“Entonces Jesús alzó la voz en el templo, enseñando y diciendo: A mí me conocéis y sabéis de dónde soy. Y yo no he venido por mí mismo; más bien, el que me envió, a quien vosotros no conocéis, es verdadero”. Jn 7:28.

¿Y cómo Lo conocemos? Observe:

“En esto sabemos que nosotros le hemos conocido: en que guardamos sus mandamientos. El que dice: "Yo lo conozco" y no guarda sus mandamientos es mentiroso, y la verdad no está en él”. 1 Jn 2:3 y 4.

Además, al mencionar “¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado?”, dijo que les decía la verdad. De esa forma, el pecado es lo opuesto a la verdad.

Bien, Jesús dijo ser el camino, la verdad y la vida; la luz del mundo; la vida eterna. Y el apóstol Pablo dijo que Jesús fue hecho justicia por Dios. ¿Qué significan estas cosas? ¿Acaso no había camino antes de que Jesús viniera a este mundo, ni luz ni justicia de Dios?

Consultaremos las Escrituras.

“Ahora, pues, sacerdotes, para vosotros es este mandamiento. Si no escucháis y si no decidís de corazón dar gloria a mi nombre, ha dicho el Señor de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros y maldeciré vuestras bendiciones; y ya las he maldecido, porque no os habéis decidido de corazón. Yo os dañaré la sementera, os echaré al rostro el estiércol, el estiércol de vuestros animales sacrificados, y seréis arrojados juntamente con él. Así sabréis que yo os envié este mandamiento, para que permanezca mi pacto con Leví, ha dicho el Señor de los ejércitos. Mi pacto con él fue de vida y de paz. Se las di para que me temiera, y él tuvo temor de mí y ante mi nombre guardaba reverencia. La ley de verdad estuvo en su boca, iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la maldad. Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es del Señor de los ejércitos. Mas vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice el Señor de los ejércitos. Por tanto, yo también os he hecho viles y bajos ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos, y en la ley hacéis acepción de personas”. Ml 2:1-9.

Vemos que los sacerdotes hicieron acepción de personas en la ley, y muchos las hicieron tropezar en ella, no guardando los caminos del Señor, de los cuales se desviaron.

De este modo, la Ley de la Verdad, que estuvo en la boca de los levitas y que debe estar en la boca de los pastores, que son los ángeles del Señor, es la Ley de Dios, los Diez Mandamientos, pues dijo Jesús:

“Porque yo no hablé por mí mismo; sino que el Padre que me envió, él me ha dado mandamiento de qué he de decir y de qué he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así que, lo que yo hablo, lo hablo tal y como el Padre me ha hablado”. Jn 12:49 y 50.

Pero si Jesús fue hecho justicia por Dios, ¿qué justicia es esa?

“Hablará mi lengua tus dichos, porque todos tus mandamientos son justicia”. Sal 119:172. “Y tu justicia es justicia eterna”. V. 142, p. parte.

Pero vea lo que el apóstol Pablo dice con relación a la Israel carnal:

“Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. Porque yo les doy testimonio que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas. Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); O: ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, por toda la tierra ha salido la voz de ellos, y hasta los fines de la tierra sus palabras. Pero digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice: Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo; con pueblo insensato os provocaré a ira. E Isaías dice resueltamente: Fui hallado de los que no me buscaban; me manifesté a los que no preguntaban por mí. Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor”. Ro 10:1-21.

Entonces, si quien es de Dios escucha Su palabra, aquellos que hacen oídos sordos a ella no son de Él. Por consiguiente, si quien practica la justicia de Dios es justo, por ende, los que no la practican son injustos. Y de este modo, podemos distinguir entre los hijos de Dios y los hijos del Diablo. Observe:

“En esto se distinguen los hijos de Dios de los hijos del diablo: quien no practica el bien ni ama al hermano no es hijo de Dios”. 1 Jn 3:10.

“Si sabéis que él es justo, sabed también que todo aquel que hace justicia es nacido de él”. 1 Jn 2:29.

“Hijitos, no os engañe ninguno; el que hace justicia, es justo, como Él también es justo””. 1 Jn 3:7.

Por eso Jesús dijo:

“Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y queréis satisfacer los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio y no se basaba en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla, porque es mentiroso y padre de mentira”. Jn 8:44.

Y, para probar que la mentira es lo opuesto de la justicia de Dios, Sus Mandamientos, transcribiremos una escritura del apóstol Pablo:

“Porque Dios manifiesta su ira castigando desde el cielo a toda la gente mala e injusta que con su maldad impide que se conozca la verdad. (…) ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que, al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén”. Ro 1:18 y 25.

Y dice el Espíritu a través del apóstol Juan:

“No os escribo porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis y porque ninguna mentira procede de la verdad. ¿Quién es mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo: el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo tiene también al Padre. Permanezca en vosotros lo que habéis oído desde el principio. Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre”. 1 Jn 2:21-24.

¿Y qué fue anunciado desde el principio? Observe:

“Amados, no os escribo un mandamiento nuevo sino el mandamiento antiguo que teníais desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio. ”. 1 Jn 2:7. El que dice que permanece en él debe andar como él anduvo”. 1 Jn 2:6.

“Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios”. Ro 8:14.

“Esto quiere decir que no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios; más bien, los hijos de la promesa son contados como descendencia”. Ro 9:8.

“Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente descendientes de Abraham sois, y herederos según la promesa”. Gl 3:26 a 29.

La cita de la epístola de Pablo a los Gálatas ha servido de tropiezo para muchos indoctos, quienes afirman ser la fe el simple hecho de creer en Jesús como intercesor de los hombres, o el intermediador entre estos y Dios. Pero la fe en Cristo no tiene esa interpretación, y quien fue bautizado en Cristo no lo fue solo en el bautismo de inmersión, ya que este no puede lavar pecados, sino en el bautismo del arrepentimiento de las obras muertas y los delitos cometidos antes del pleno conocimiento de la verdad.

“Si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios”. Heb 10:26 y 27.

“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Pero fornicación y toda impureza o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos. Tampoco digáis palabras deshonestas, ni necedades, ni groserías que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Sabéis esto, que ningún fornicario o inmundo o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos, porque en otro tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas, porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas, porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo. Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Ef 5:1-21.

“Por lo tanto, haced morir lo terrenal en vuestros miembros: fornicación, impureza, bajas pasiones, malos deseos y la avaricia, que es idolatría. A causa de estas cosas viene la ira de Dios sobre los rebeldes. En ellas anduvisteis también vosotros en otro tiempo cuando vivíais entre ellos. Pero ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia y palabras groseras de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos y revestido del nuevo. Este, conforme a la imagen del que lo creó, se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni extranjero, esclavo ni libre, sino que Cristo es el todo y en todos. Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Sobre todo, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Cristo gobierne en vuestros corazones, pues a ella fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite abundantemente en vosotros, enseñándoos y amonestándoos los unos a los otros en toda sabiduría con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando con gracia a Dios en vuestros corazones”. Col 3:5-16.

“Y todo lo que hacéis, sea de palabra o, de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”. Col 3:17.

“Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él. Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis”. 1 Ts 5:5-11.

“Y habéis ya olvidado la exhortación que se os dirige como a hijos: Hijo mío, no tengas en poco la disciplina del Señor ni desmayes cuando seas reprendido por él. Porque el Señor disciplina al que ama y castiga a todo el que recibe como hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, no hijos”. Heb 12:5-8.

Pero los falsos maestros están engañando a los más simples con palabras fingidas y codicia de la carne. Observe:

“Hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructoras y hasta negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán su libertinaje, y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado. Llevados por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya hace tiempo la condenación los amenaza y la perdición los espera. Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a prisiones de oscuridad, donde están reservados para el juicio. Tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, y trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos. También condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente. Pero libró al justo Lot, abrumado por la conducta pervertida de los malvados (pues este justo, que habitaba entre ellos, afligía cada día su alma justa viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos). El Señor sabe librar de tentación a los piadosos y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio; y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en placeres e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y obstinados, no temen decir mal de los poderes superiores, mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en poder, no pronuncian juicio de maldición contra ellos delante del Señor. Esos hombres, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición, recibiendo la recompensa de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aún mientras comen con vosotros se recrean en sus errores. Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad”. 2 Pe 2:1-15.

Y para estos, dice todavía el Espíritu mediante el apóstol que escribió la epístola:

“Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su último estado viene a ser peor que el primero. Mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia que, después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado”. 2 Pe 2:20 y 21.

“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. Todo aquel que comete pecado, infringe también la Ley, pues el pecado es infracción de la Ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca. Todo aquel que peca, no lo ha visto ni lo ha conocido”. 1 Jn 3:1-6.

“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró ama también al que ha sido engendrado por él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos”. 1 Jn 5:1 y 2.

“El Anciano, a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad; y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad, a causa de la verdad que permanece en nosotros y estará para siempre con nosotros: Sea con vosotros gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor. Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre”. 2 Jn 1:1-4.

“No tengo yo mayor gozo que oír que mis hijos andan en la verdad”. 3 Jn 1:4.

Así, de acuerdo a lo que dice el apóstol en el próximo pasaje, vemos que los hijos de la luz caminan en la verdad, mientras que los hijos de las tinieblas se resisten a la verdad:

“También debes saber que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos. Habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanidosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, sin templanza, crueles, enemigos de lo bueno, traidores, impetuosos, engreídos, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella. A esos, evítalos. De ellos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas pasiones. Estas siempre están aprendiendo, pero nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también estos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. Pero no irán más adelante, porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquellos”. 2 Tm 3:1-9.

De estos dice Señor por el profeta Isaías:

“Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla en presencia de ellos, y regístrala en un libro, para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre. Porque este pueblo es rebelde, son hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la ley del Señor”. Is 30:8 y 9.

Y a ellos les dice el Señor:

“Convertíos, hijos rebeldes, dice el Señor, porque yo soy vuestro esposo; os tomaré, uno de cada ciudad y dos de cada familia, y os introduciré en Sión. (…) ¡Convertíos, hijos rebeldes, y os sanaré de vuestras rebeliones! Aquí estamos, venimos a ti, porque tú eres el Señor nuestro Dios”. Jr 3:14 y 22.

Oli Prestes

Misionero

Obs.: Este texto está publicado em lingua portuguesa aqui nessa página, com o título "Filhos das trevas".