LOS SÁBADOS

Sábado significa descanso. Existe uno que Dios instituyó antes de crear el universo y otros que dejó en el Sinaí como orden temporaria; estos, como mandamiento de orden, tuvieron su duración o vigencia y fueron abolidos a su debido tiempo.

El sábado del Señor es el séptimo día de la semana dentro del orden que Dios estableció en la creación, según se lee en Gn 1:1-31 y 2:1-3. El sábado de la ley de Moisés consistía en un tiempo de descanso, que podía ser un día para los hombres o un año para la tierra.

Los sábados de las solemnidades

“El Señor habló a Moisés diciendo: ‘Habla a los hijos de Israel y diles que las fiestas solemnes del Señor, mis fiestas solemnes que proclamarán como asambleas sagradas, son estas: Seis días se trabajará, pero el séptimo día será sábado de reposo, y habrá una asamblea sagrada. Ningún trabajo harán; es el sábado consagrado al Señor, dondequiera que habiten. Estas son las fiestas solemnes del Señor, las asambleas sagradas que convocarán a su debido tiempo. El día catorce del mes primero, al atardecer, es la Pascua del Señor. El día quince de este mes comienza la fiesta de los Panes sin levadura, celebrada al Señor. Durante siete días comerán panes sin levadura. El primer día tendrán una asamblea sagrada; no harán ningún trabajo laboral. 'Presentarán al Señor una ofrenda quemada durante siete días. El séptimo día habrá asamblea santa; no harán ningún trabajo laboral'”. Lv 23:1-8.

De este modo, el primer día de determinado mes de cada año es un día de la semana diferente. Por lo tanto, el día 14 de Abib también caía en diferentes días de la semana. De este modo, la Pascua debería realizarse la noche del día del mes de Abib; es decir, la noche que precede al período claro del día 14 y, el día 15, la fiesta de los ácimos al Señor. Ese día 15 de Abib había una convocación santa, y ninguna obra servil se realizaba, de modo que ese día era sábado (descanso). Durante siete días se brindaban ofrendas quemadas al Señor; en el séptimo día había una nueva convocación y no se realizaba ninguna obra servil. Este era otro sábado (descanso) solemne. Esto también ocurría en la fiesta de la primicia, que se contaban siete semanas seguidas a partir del sábado en el que se traía el caldo de las primicias, con el fin de que el sacerdote lo presentara al Señor como oferta de movimiento. De esta forma, se contaban siete semanas y en el 50º día había una santa convocación y no se realizaba ninguna obra servil, ya que, después de todo, ese era otro sábado (descanso). Lv 23:9-21.

Además, durante el séptimo mes, el primer día del mes era sábado (descanso), memoria de júbilo, santa convocación. No se realizaba ninguna obra servil. Versículos 24 y 25. Y al décimo día del mes séptimo se realizaba el ayuno colectivo y nacional y ninguna obra servil se realizaba por ser sábado (descanso): el día de la expiación. Versículos 27 y 28. Y a quien no ayunara ese día, se le excluía del pueblo. Versículo 29. Así como todo aquel que hiciera alguna obra, también sería destruido por el Señor de en medio de Su pueblo; al fin de cuentas, el otro sábado (descanso). Lv 23:30 a 32.

A los 15 días del mes séptimo ocurría la fiesta de los tabernáculos, que duraba siete días. Al octavo día había santa convocación y ninguna obra servil se realizaba. Versículos 34 a 36.

“(…) haréis fiesta al Señor por siete días. El primer día será sábado y también el octavo día será sábado”. Versículo 39.

Estos eran los sábados de la ley ceremonial, además de los sábados de Señor. Versículo 38.

Los sábados de la tierra

“El Señor habló a Moisés en el monte Sinaí, diciendo: ‘Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, la tierra guardará reposo para el Señor. Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos. Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, sábado consagrado al Señor; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña. Lo que de suyo naciere en tu tierra segada, no lo segarás, y las uvas de tu viñedo no vendimiarás; año de reposo será para la tierra. Mas el descanso de la tierra te dará para comer a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu criado, y a tu extranjero que morare contigo; y a tu animal, y a la bestia que hubiere en tu tierra, será todo el fruto de ella para comer’”. Lv 25:1-7.

“Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años. Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra. Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia. El año cincuenta os será jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos, porque es jubileo; santo será a vosotros; el producto de la tierra comeréis”. Lv 25:8-12.

Observación: El texto del versículo once de Levítico 25 está mal traducido en varias versiones bíblicas en portugués. Y la razón por la que lo afirmo es porque el verso doce dice: “porque es jubileo; santo será a vosotros; el producto de la tierra comeréis”. Por lo tanto, yo entiendo que el texto debería ser: “...no sembraréis, ni segaréis... ...lo que naciere de suyo en la tierra, eso vendimiaréis, no sus viñedos”.

Observemos que a los sábados del Señor se les denomina MIS SÁBADOS. Lv 26:2. Mientras que a los sábados festivos o solemnes se les llaman VUESTROS SÁBADOS. Lv 23:32, ú. parte.

Incluso el Señor punía la no observación del sábado de la tierra. Observe:

“Asolaré también la tierra, y se pasmarán por ello vuestros enemigos que en ella moren; y a vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada en pos de vosotros; y vuestra tierra estará asolada, y desiertas vuestras ciudades. Entonces la tierra gozará sus días de reposo, todos los días que esté asolada, mientras vosotros estéis en la tierra de vuestros enemigos; la tierra descansará entonces y gozará sus días de reposo. Todo el tiempo que esté asolada, descansará por lo que no reposó en los días de reposo cuando habitabais en ella. (...). Pero la tierra será abandonada por ellos, y gozará sus días de reposo, estando desierta a causa de ellos; y entonces se someterán al castigo de sus iniquidades; por cuanto menospreciaron mis ordenanzas, y su alma tuvo fastidio de mis estatutos”. Lv 26:32, 35 y 43.

“Estos son los estatutos, ordenanzas y leyes que estableció el Señor entre sí y los hijos de Israel en el monte Sinaí por mano de Moisés”. Versículo 46.

En los tiempos de Jesús, los judíos practicaban estos sábados festivos, acusándolo de transgredirlos y permitir su transgresión.

En determinada vez, Él curó a un paralítico y mandó que tomara su lecho y anduviera. De cuanto inferimos del pasaje concerniente al episodio, aquel era un sábado festivo y no un sábado de la Ley del Señor. Observe:

“Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, un estanque que en hebreo es llamado Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado y supo que ya hacía mucho tiempo que estaba así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando se agita el agua, porque entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Le dijo Jesús: Levántate, toma tu lecho y anda. Y al instante aquel hombre quedó sano, y tomó su lecho y se fue caminando. Y aquel día era día de reposo. Entonces los judíos decían a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho. Él les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda”. Jn 5:1-11.

Al comienzo del capítulo se dice que había una fiesta entre los judíos. ¿Cuál era esa fiesta? Una fiesta judía solemne a la cual se los había convocado y había el sábado (descanso) tanto en el primero como en el último día de la celebración.

En aquella ocasión, Jesús dijo a los judíos: “Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros”. Versículo 42. El amor es el respeto a Sus Mandamientos. Jn 14:15; 1 Jn 5:3. De esa forma, los judíos eran rigurosos con relación a la ley de Moisés, que ordenaba las fiestas y sus respectivos sábados (descansos), pero no tenían el mismo rigor para la Ley de Dios. Después de eso, Jesús dijo: “Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis.(…). No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?”. Jn 5:43 y 45-47.

En otra ocasión dijo Jesús: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Pero a mí, que digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?”. Jn 8:44 a 46. “(…) Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios. Pero vosotros no le conocéis; mas yo lo conozco, y si dijere que no lo conozco, sería mentiroso como vosotros; pero lo conozco, y guardo su palabra”. V. 54 y 55.

Pero, como ya hemos demostrado tantas veces, “la verdad” consiste en los Mandamientos de Dios. De esa forma, no obstante el rigor de los judíos, ellos no obedecían esos Mandamientos, el Decálogo divino. Jesús también dijo que ellos tenían al diablo como padre, que es el padre de la mentira y que no se afirmó en la verdad. De esa forma, el Espíritu Santo inspiró a Juan, quien escribió: “En esto se distinguen los hijos de Dios de los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. 1 Jn 3:10. Y la verdad y la justicia son una sola cosa: Los Mandamientos de Dios”. Sal 119:142 y 172.

También dijo que los judíos no conocían a Su Padre, y eso se corresponde con lo que Juan escribió: “El que dice "Yo lo conozco" y no guarda sus mandamientos es mentiroso, y la verdad no está en él“. 1 Jn 2:4.

Otro episodio tomado como excusa por algunos como alegación para no observar el sábado involucró a los discípulos de Jesús, que recogieron espigas y comieron un sábado, con la consecuente censura por parte de los fariseos. Descubriremos cuál fue ese sábado.

Mateo escribió: “Aconteció en un día de reposo, que, pasando Jesús por los sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y comían, restregándolas con las manos. Y algunos de los fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en los sábados? Respondiendo Jesús les dijo: ¿Ni aun esto habéis leído, lo que hizo David cuando tuvo hambre él, y los que con él estaban? ¿Cómo entró en la casa de Dios y tomó los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, y comió, y dio también a los que estaban con él?”. Lc 6:1-4. "¿O no habéis leído en la ley, cómo en sábados los sacerdotes en el templo profanan el sábado, y son sin culpa?”. Mt 12:5. Marcos registró el episodio de esta forma: “Aconteció que al pasar él por los sembrados un sábado, sus discípulos, andando, comenzaron a arrancar espigas. Entonces los fariseos le dijeron: Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?” Así es como Lucas narra lo ocurrido: Y aconteció en el segundo sábado después del primero, que pasando Él por los sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y comían, restregándolas con las manos. Y algunos de los fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en los sábados?”. Mc 2:23 y 24.

Esta última versión elucida las demás. El término “segundo sábado después del primero” nos hace comprender que aquel era un sábado “festivo”, siendo el segundo del período solemne.

Sin embargo, parece existir una cierta presunción de algunas personas sobre el sábado del Señor. Es que algunos cultivan pensamientos incorrectos y concluyen que el sábado solo existió con la ley de Mandamientos recibida en el Sinaí para la nación de Israel. De cualquier forma, esa conclusión no es correcta pues, antes de que el concepto se incluyera en la Ley para que se lo recordara, los temerosos de Dios ya lo observaban; y su transgresión fue censurada por Él incluso antes de que hubiera hablado desde las nubes cuando lo publicó frente al pueblo. Observe:

“En el sexto día recogieron doble porción de comida, dos gomeres para cada uno; y todos los príncipes de la congregación vinieron y se lo hicieron saber a Moisés. Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho el Señor: Mañana es el santo día de reposo, el sábado consagrado al Señor; lo que habéis de cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana. Y ellos lo guardaron hasta la mañana, según lo que Moisés había mandado, y no se agusanó, ni hedió. Y dijo Moisés: Comedlo hoy, porque hoy es sábado del Señor; hoy no hallaréis en el campo. Seis días lo recogeréis; mas el séptimo día es sábado; en él no se hallará. Y aconteció que algunos del pueblo salieron en el séptimo día a recoger, y no hallaron. Y el Señor dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes? Mirad que el Señor os dio el día de reposo, y por eso en el sexto día os da pan para dos días. Estese, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día”. Ex 16:22 a 29.

Si el maná pudiera producirse sin la intervención de Dios; es decir, sin que Él concediera la cosecha, podría encontrarse el día sábado. Sin embargo, Dios mostró que el pan era Su providencia y hacía lo que Le correspondía: lo proporcionaba el doble el sexto día, para que el pueblo no presentara motivos para no observar la santificación del séptimo día, el sábado del Señor.

Aquel pueblo era de Egipto, donde permaneció cuatrocientos años. Fue esclavo del faraón y no disfrutaba más de la libertad de observar el sábado que había sido enseñado por sus padres, los patriarcas, como mandamiento. Dios soportó esa mala costumbre cuarenta años.

Además, ellos se habían mezclado con egipcios, y había una vasta compañía mixta entre ellos. Ex 12:38. Esa mezcla de gente no aceptaría leyes que desconocían, y de un Dios que no conocían y no temían. Hubo necesidad de algo maravilloso como lo que Dios hizo, hablando desde las nubes sobre Sus Leyes. Muchos no quisieron oír Su voz, ni audiblemente ni retransmitida por Moisés, razón por la cual muchos perecieron en el desierto como consecuencia de sus pecados. Heb 3:8 a 11 y 15 a 19.

Hoy el mundo es Egipto, simbólicamente. Algunos de los que hoy fueron salvados de él y llamados para “el camino de la verdad” no renuncian a sus malas costumbres, y no desean sujetarse a los Mandamientos del Señor ni a Sus Leyes. Por esa razón, el Espíritu Santo dice en la epístola a los hebreos:

“Por lo tanto, puesto que queda una promesa de entrar en el descanso de él, temamos que en algún tiempo alguno de ustedes parezca no haberla alcanzado. Porque a nosotros también se nos han declarado las buenas nuevas, así como a ellos también; pero la palabra que fue oída no les aprovechó, porque no estaban unidos por fe con los que sí oyeron. Porque nosotros los que hemos ejercido fe sí entramos en el descanso, tal como él ha dicho: Por tanto, juré en mi ira, no entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Dios reposó de todas sus obras en el séptimo día. Y otra vez dice: No entrarán en mi reposo. Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Porque si Josué los hubiera conducido a un lugar de descanso, Dios no habría hablado después de otro día. Por tanto, queda un reposo sabático para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también descansa de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en ese reposo. Que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia”. Heb 4:1 a 11. Y advierte:

“Por esta razón, así como dice el Espíritu Santo: Hoy, si ustedes escuchan la propia voz de él, no endurezcan sus corazones como en la ocasión de causar amarga cólera, como en el día de hacer la prueba en el desierto, en el cual sus antepasados me probaron con una prueba, y, con todo, habían visto mis obras durante cuarenta años. Por esta razón quedé asqueado de esta generación y dije: Siempre se descarrían en su corazón, y ellos mismos no han llegado a conocer mis caminos. De modo que juré en mi cólera: No entrarán en mi descanso. Cuidado, hermanos, por temor de que alguna vez se desarrolle en alguno de ustedes un corazón inicuo y falto de fe al alejarse del Dios vivo; pero sigan exhortándose los unos a los otros cada día, mientras pueda llamársele Hoy, por temor de que alguno de ustedes se deje endurecer por el poder engañoso del pecado. Porque realmente llegamos a ser participantes del Cristo sólo si mantenemos fuertemente asida la confianza que tuvimos al principio con firmeza hasta el fin, entretanto que se dice: Hoy, si ustedes escuchan la propia voz de él, no endurezcan sus corazones como en la ocasión de causar amarga cólera. Pues, ¿quiénes fueron los que oyeron y, no obstante, provocaron a amarga cólera? De hecho, ¿no lo hicieron todos los que salieron de Egipto bajo Moisés? Además, ¿de quiénes quedó asqueado Dios durante cuarenta años? ¿No fue de los que pecaron, cuyos cadáveres cayeron en el desierto? * Pero ¿a quiénes juró él que no entrarían en su descanso, sino a los que habían actuado desobedientemente? Así vemos que ellos no pudieron entrar debido a falta de fe”. Heb 3:7 a 19.

A pesar de esta enérgica advertencia del propio Dios, el engaño ha endurecido a los incrédulos, quienes buscan una salvación por medio de artificios turbios, transformando en mentira la verdad de Dios, Sus Mandamientos y, no respetando el descanso ordenado por el Señor que, aunque inmune al cansancio, pasó a disfrutar el descanso del séptimo día, dándonos el ejemplo.

En ningún momento Él mudó Su Ley, que el salmista afirma ser eterna. Sal 119:142 y 117, última parte. Y Jesús es el Señor del sábado y, por lo tanto, todo ese día es el día del Señor. Él nunca dijo ser el Señor del domingo. Incluso porque, a pesar de haber creado todos los días, no fue Dios quien lo nombró “domingo” o Sunday (día del sol). A los días de la semana Él los llamó primero, segundo, tercero, cuarto, quinto y sexto. El único al que llamó sábado (descanso) fue al séptimo. Y lo santificó. Gn 2:2 y 3.

Pero Su pueblo, tanto en el pasado como en el presente, se resistió a observar Sus Mandamientos y entrar en ese reposo. Esta es la razón por la cual Dios usó a Sus profetas y, de varias formas, habló y exhortó al pueblo a dejar el mal camino y a buscar la “senda antigua”. Jr 6:16.

La transgresión por la cual se podía ofrecer el sacrificio por él era la no voluntaria; es decir, error por ignorancia. Pero el voluntario debía ser expiado con la muerte del transgresor. Observe:

“El Señor habló a Moisés diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles que cuando alguna persona peque por inadvertencia contra alguno de los mandamientos del Señor respecto a cosas que no se deben hacer, y hace alguna de ellas; si el que peca es el sacerdote ungido, lo cual resulta en culpabilidad para el pueblo, él ofrecerá al Señor un novillo sin defecto, como sacrificio por el pecado, por su pecado cometido”. Lv 4:1-3. “Sin embargo, si toda la asamblea de Israel peca por inadvertencia, siendo el asunto ignorado por la congregación, y transgrede alguno de los mandamientos del Señor respecto a cosas que no se deben hacer, son culpables. Luego que tengan conocimiento del pecado que cometieron, la congregación ofrecerá un novillo como sacrificio por el pecado y lo traerán delante del tabernáculo de reunión”. Lv 4:13 y 14. “Si un dirigente peca y transgrede por inadvertencia alguno de los mandamientos del Señor su Dios respecto a cosas que no se deben hacer, es culpable. Luego que se le haga conocer el pecado que cometió, presentará como su ofrenda un macho cabrío sin defecto”. Lv 4:22 y 23. “Si alguno del pueblo de la tierra peca por inadvertencia, transgrediendo alguno de los mandamientos del Señor respecto a cosas que no se deben hacer, es culpable. Luego que se le haga conocer el pecado que cometió, presentará como su sacrificio por su pecado cometido una cabra, una hembra sin defecto”. Lv 4:27 y 28. “Cuando una persona peque porque, habiendo oído la advertencia del juramento y siendo ella testigo que lo vio o lo supo, no lo denuncie, será considerada culpable”. Lv 5:1. “También la persona que descuidadamente jura hacer algo, sea malo o bueno, respecto a cualquier asunto por el cual se jura, como se acostumbra a jurar sin pensar, cuando llegue a saberlo, será culpable por cada una de estas cosas”. Lv 5:4. “Si alguien comete una falta y peca por inadvertencia con respecto a las cosas sagradas del Señor, traerá al Señor por su culpa, como sacrificio por la culpa, un carnero del rebaño, sin defecto, evaluado por ti en moneda del santuario”. Lv 5:15. “Si alguien peca transgrediendo alguno de los mandamientos del Señor respecto a cosas que no deben hacerse, aun cuando no llegue a saberlo, será culpable y cargará con su culpa”. Lv 5:17. “si el pecado fue cometido sin que la congregación se diera cuenta de ello, es decir, por inadvertencia, toda la congregación ofrecerá un novillo en holocausto como grato olor al Señor, con su ofrenda vegetal y su ofrenda líquida, conforme a lo establecido, y un macho cabrío como sacrificio por el pecado”. Nm 15:24. “Pero si alguien comete pecado con altivez, sea natural o extranjero, al Señor injuria. Tal persona será excluida de entre su pueblo, porque tuvo en poco la palabra del Señor y quebrantó su mandamiento. Tal persona será excluida por completo; su culpa estará sobre ella”. Nm 15: 30 y 31.

Dice el misivista a los hebreos:

“¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Así vemos que ellos no pudieron entrar debido a falta de fe”. Heb 3:18 y 19.

Entendemos que ese texto contiene errores, y a continuación mostraremos las razones.

El reposo al que se refiere el texto es el séptimo día, el sábado del Señor. Observe:

“Por lo tanto, puesto que queda una promesa de entrar en el descanso de él, temamos que en algún tiempo alguno de ustedes parezca no haberla alcanzado. Porque a nosotros también se nos han declarado las buenas nuevas, así como a ellos también; pero la palabra que fue oída no les aprovechó, porque no estaban unidos por fe con los que sí oyeron. Porque nosotros los que hemos ejercido fe sí entramos en el descanso, tal como él ha dicho: Por tanto, juré en mi ira, no entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Dios reposó de todas sus obras en el séptimo día. Y otra vez dice: No entrarán en mi reposo. Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Porque si Josué los hubiera conducido a un lugar de descanso, Dios no habría hablado después de otro día. Por tanto, queda un reposo sabático para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también descansa de sus obras, como Dios de las suyas”. Heb 4:1 a 10.

El texto de Hebreos cuatro habla específicamente del reposo del Señor, el séptimo día de la semana, que es la continuación de lo que trata al final del capítulo tres; es decir: el reposo del Señor. Él dice claramente que, si Josué hubiera concedido reposo al pueblo de Israel, no hablaría posteriormente de otro día; a pesar de ello, el salmista menciona otro día de la semana después de cierto tiempo. Y el verso nueve dice: “Por tanto, queda un reposo sabático para el pueblo de Dios”. De esa forma, el misivista se refiere al reposo de Dios y no al reposo concedido por Josué al introducirlo en la tierra prometida. Entonces el texto sería correcto si se escribiera así:

“Pero, ¿a quiénes juró él que no entrarían en su descanso, sino a los que habían actuado desobedientemente?”. Heb 3:18.

Esta es la razón por la cual ellos no aceptarían el reposo de Dios; es decir, no santificaron el séptimo día, el sábado del Señor: a causa de su incredulidad. Versículo 19. Y, por eso, dice el Espíritu a través del misivista:

“Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia”. Heb 4:11. Así, procuremos santificar el día sábado, para no incurrir en el mismo ejemplo de desobediencia.

Por lo tanto, dice el Espíritu a través del misivista:

“Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite. Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”. Heb 6:1-6. “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad (los Mandamientos de Dios de acuerdo al Salmo 119:142), ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”. Heb 10:26 a 31.

Según lo que el Espíritu concedió al misivista y a los hebreos, no existen más sacrificios por los pecados de aquellos que recayeron. Aun así, si se comete un error por ignorancia, el pecador puede ofrecer su sacrificio, el sacrificio de su alma, afligiéndola con ayunos, que corresponde a los sacrificios mencionados en el salmo 50:5, que dice: “Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio”.

Dios no puede invalidar Su palabra. Pero hay quien quiera que Dios lo juzgue según Su misericordia, y no según Su justicia. Con todo, la palabra inspirada al salmista dice: “Júzgame conforme a tu justicia, Señor Dios mío”. Sal 35:24. Y el propio Dios así se expresa: “El Señor, el Dios de dioses, ha hablado, y convocado la tierra, desde el nacimiento del sol hasta donde se pone. De Sion, perfección de hermosura, Dios ha resplandecido. Vendrá nuestro Dios, y no callará; fuego consumirá delante de él, y tempestad poderosa le rodeará. Convocará a los cielos de arriba, y a la tierra, para juzgar a su pueblo. Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio. Y los cielos declararán su justicia (Sus mandamientos, de acuerdo al Salmo 119:172), porque Dios es el juez”. Sal 50:1-6. Y dice más en otra escritura: (...) “delante del Señor, porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud”. Sal 98:9. Y dice más aún: “Delante del Señor que vino; porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad”. Sal 96:13.

Como vemos en la cita, los pueblos serán juzgados con Su Justicia y Su Verdad, los cuales corresponden a Sus Mandamientos. Sin embargo, si alguien opta por negar las Escrituras antiguas, observe al Apocalipsis, que algunos llaman nueva Escritura:

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea”. Ap 19:11.

Por lo tanto, “Te acordarás del día del reposo, para santificarlo: Seis días obrarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día será sábado al Señor tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas; porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, el Señor bendijo el día del sábado y lo santificó”. Ex 20:8 a 11.

* La corrección del texto es iniciativa nuestra.

Oli Prestes

Misionero

Obs.: Esse texto está em língua portuguesa aqui nessa página, com o título : "Os sábados".