EL JARDÍN DEL PROFETA
GIBRÁN KHALIL GIBRÁN
El regreso del profeta.
Almustafá, el elegido y bieñamado, el que era amanecer de su propio día, volvió a su isla natal, en el mes de Ticrén, el mes del recuerdo.
Y su barca se acercó al puerto, mientras el permanecía en pie , en la proa, rodeado de su tripulación.
Y tenía una sensación de bienvenida en su corazón. Habló , y el mar resonó en su voz, y dijo:
Mirad, es la isla que me vio nacer. Desde allí me lancé al mundo, con una canción y un acertijo; una canción para los cielos, y una pregunta para la tierra. Y, ?qué hay entre el cielo y la tierra que lleve la canción y conteste la pregunta, excepto nuestra propia pasión?
El mar me arroja una vez más a estas playas. No somos sírio una ola más de sus olas. Nos empuja para que seamos su voz. Pero, ?cómo serlo , a menos que rompamos la simetria de nuestro corazón en la roca y en la arena?
Porque esta es la ley de los marineros y del mar: si quieres ser libre, tienes qué ser como la niebla. Lo informe busca desde siempre la forma, como las incontables nebulosas tienden a convertirse en soles y lunas; y nosotros, que hemos buscado tenazmente, volvemos ahora a ésta isla. Hemos de convertirnos una vez más en niebla, y tenemos que aprender el principio-de todas las cosas. ?Para nacer; para vivir hay que romper y fragmentar un mundo?
Para siempre estaremos en busca de playas, para poder cantar, y que nos oígan. Pero, ?qué decir de la ola que se rompe donde nadie puede oírla? Lo que no escuchamos en nos otros es lo que no escuchamos es el que nos alimenta nuestro dolor más hondo. Sin embargo, también lo no escuchado,lo insólito, es lo que forma nuestra: alma, para hecer nuestro destino.
Entonces, uno de sus marineros dio un passo adelante, y le dijo:
GIBRÁN KHALIL GIBRÁN
El regreso del profeta.
Almustafá, el elegido y bieñamado, el que era amanecer de su propio día, volvió a su isla natal, en el mes de Ticrén, el mes del recuerdo.
Y su barca se acercó al puerto, mientras el permanecía en pie , en la proa, rodeado de su tripulación.
Y tenía una sensación de bienvenida en su corazón. Habló , y el mar resonó en su voz, y dijo:
Mirad, es la isla que me vio nacer. Desde allí me lancé al mundo, con una canción y un acertijo; una canción para los cielos, y una pregunta para la tierra. Y, ?qué hay entre el cielo y la tierra que lleve la canción y conteste la pregunta, excepto nuestra propia pasión?
El mar me arroja una vez más a estas playas. No somos sírio una ola más de sus olas. Nos empuja para que seamos su voz. Pero, ?cómo serlo , a menos que rompamos la simetria de nuestro corazón en la roca y en la arena?
Porque esta es la ley de los marineros y del mar: si quieres ser libre, tienes qué ser como la niebla. Lo informe busca desde siempre la forma, como las incontables nebulosas tienden a convertirse en soles y lunas; y nosotros, que hemos buscado tenazmente, volvemos ahora a ésta isla. Hemos de convertirnos una vez más en niebla, y tenemos que aprender el principio-de todas las cosas. ?Para nacer; para vivir hay que romper y fragmentar un mundo?
Para siempre estaremos en busca de playas, para poder cantar, y que nos oígan. Pero, ?qué decir de la ola que se rompe donde nadie puede oírla? Lo que no escuchamos en nos otros es lo que no escuchamos es el que nos alimenta nuestro dolor más hondo. Sin embargo, también lo no escuchado,lo insólito, es lo que forma nuestra: alma, para hecer nuestro destino.
Entonces, uno de sus marineros dio un passo adelante, y le dijo:
Maestro, has capitaneado nuestras ansias de llegar a este puerto, y mira: ya hemos arribado. Sin embargo, hablas de dolor y corazones que se han de romper.