UN TÚNEL AL FINAL DE LA LUZ

 

“No tengo tiempo”. Esta frase no se atribuye a ningún intelectual, erudito, filósofo o similar. Al contrario, se ha convertido en un mantra, un sonido vocálico repetido instintivamente por la población, o al menos por la inmensa mayoría de las personas que componen la llamada sociedad humana. En principio, el título de este artículo puede parecer pesimista, negativo, etc., pero basta que el lector se detenga a leerlo para ver que se trata de una simple advertencia a la humanidad, cuyo retrato de comportamiento la muestra pisando un sendero florido, pero dirigiéndose hacia un abismo de ceguera e irracionalidad. Por eso veo con tristeza y preocupación, desde arriba, a través del “drone de la vida”, millones, si no miles de millones de capullos o burbujas transparentes, dentro de las cuales los seres humanos corren desesperadamente en busca de algo que, en mi opinión, ni ellos mismos saben lo que es.

 

Estas burbujas son de los más variados tamaños y se pierden, en mi limitada visión, a través de los horizontes de la tierra. Sin embargo, desde las (burbujas) más cercanas podemos ver a las personas, antaño racionales y pensantes, comportarse como hormigas cortadoras de hojas que chocan y se atropellan aleatoriamente con el único objetivo de aprovechar al máximo el corto periodo de verano que está a punto de terminar en cualquier momento.

 

El ejemplo de los hormigueros, desafortunadamente, no cumple plenamente el propósito de esta reflexión, ya que las hormigas, tratadas como insectos o despreciables irracionales, saben muy bien lo que buscan: una reserva de comida para los días fríos y la escasez de alimentos que seguramente llegarán con el invierno. La gente, en cambio, se comporta como si aquí hubiera un verano eterno, una realidad material perpetua. Y para ellos, al parecer, la vida gira en torno a lo que hay en su burbuja y nada más existe fuera o más allá de lo que sus cinco sentidos objetivos pueden detectar. Por lo tanto, la similitud con las hormigas sólo tiene que ver con la diversificación del tamaño de las poblaciones “capsulares” y la desenfrenada carrera de las personas, debido a la falta de tiempo, ya que la vida en esta realidad en la que existimos es tan fugaz y efímera como la de las hormigas.

 

Hablando de realidad, ¿cuál sería la realidad para estas personas? Mi respuesta es: no lo sé. Lo único que sé es que la ansiedad es una constante en el día a día de estos seres apresurados, atolondrados, desatentos, desconcentrados y, a menudo, con el cerebro baldío. Esta ansiedad desmesurada (o indolencia) suele disfrazarse con nombres como: estudio, trabajo, casa, etc. Corren tanto; luchan tanto; ¿para qué? - ¿Para no llegar a ninguna parte, a diferencia de las hormigas? ¿Sólo para encontrar el final en la nefasta vieja, la muerte devoradora de cuerpos? Cuando llegamos a este plano, sin embargo, a pesar de estar desnudos, se nos entrega un cuerpo o envoltura completamente nuevo: liso, rosado y hermoso. Cuando respiramos por primera vez, recibimos nuestro “sistema operativo individual”, o nuestro espíritu, nuestra “ánima”, “personalidad anímica”, la que forma parte del gran “Servidor Universal”, también conocido como el Gran Arquitecto del Universo. Estamos, pues, preparados para crecer, evolucionar y seguir teniendo la libertad de hacer nuestro propio destino, así como nuestro propio “tiempo”. Veo, con la tristeza que mencioné al principio, que la gente ha estado viviendo en este plano como si la eternidad estuviera aquí y que es la materia que ganamos cuando nacemos la que será perpetua, en lugar de la esencia espiritual que la anima y que debe volver al Todo, al Creador.

 

Y aquí es donde entra en juego la “gestión de prioridades”, parte del estudio de la Administración de Empresas, que las madres y las amas de casa realizan con extrema competencia y maestría. Aunque esta noble labor sea a menudo invisible a los ojos de la estupidez humana. Así, he observado con extrema preocupación que priorizar el desarrollo de nuestro “sistema operativo individual” o personalidad anímica queda como la última de las prioridades. Y de hecho, la realidad no es exactamente así. La Personalidad Anímica, que debe, al final de la vida útil de este “Hardware”, popularmente conocido como cuerpo material, es la que debe retornar al “Gran Servidor”, del cual emanó todo el Universo. Con una salvedad, sin embargo, si hacemos buen uso de nuestra libertad de decisión, de nuestro libre albedrío, para que podamos merecer la reintegración a la gran Esencia Cósmica Universal.

 

Por eso, hermanos y hermanas, tenemos que cuidarnos del “Terror del Umbral” o de las Tinieblas que siempre nos rodean, porque esos ominosos personajes saben perfectamente que les es imposible penetrar en nuestro cuerpo iluminado, sobre todo dada la presencia de la Luz Mayor, de la que formamos parte, nos guste o no. Pero para eso tenemos que buscarla en un lugar muy cercano nuestro, es decir, dentro de nosotros.


Conozcámonos primero a nosotros mismos para poder conocer a nuestros semejantes. El Gran Arquitecto del Universo nos ha dado todas las herramientas para hacerlo. Sólo depende de nosotros mismos. No dejemos que el Terror del Umbral se acerque a nosotros. La oscuridad trae consigo ansiedad, arrogancia, vanidad, codicia, inconsecuencia, excentricidad y furia.

 

Sin embargo, la oscuridad nunca invadirá la luz. Este es un punto indiscutible. Incluso en el plano físico, podemos ver que cuando abrimos la puerta de una habitación iluminada en medio de una profunda oscuridad, es la luz la que invade la oscuridad exterior, y no al revés, es decir, la oscuridad nunca invadirá la luz. Por lo tanto, debemos buscar incesantemente la iluminación espiritual con todas las armas que poseemos. Esto puede hacerse mediante la comunión con el Creador; mediante oraciones, introspecciones reflexivas de arrepentimiento y perdón, gratitud y alabanza. De esta forma, podemos prepararnos espiritualmente para buscar la Luz y, en consecuencia, armarnos contra el mal.

 

Nobles oyentes o lectores de estas palabras, no se trata de terrorismo psicológico o dogmático de ningún tipo. Pero quiero dejar claro lo importante que es buscar prioritariamente la iluminación espiritual y las energías vibratorias positivas. Preferiblemente en un entorno apropiado y tranquilo, de forma pura y sincera. Por eso te contaré brevemente por qué insisto en la importancia de que nuestro «sistema inmunitario espiritual» esté en alerta máxima.

 

Miren, el mundo está en llamas. Ya sea en guerras entre naciones y pueblos, o en los bosques, ya sea debido a fenómenos naturales o a acciones criminales. Los pueblos están divididos. Hay desacuerdos, egos inflados, odios inflamados e intrigas en el seno de las familias. Millones de personas pasan hambre y sed. Vemos surgir nuevas enfermedades y reaparecer las antiguas. «La bruja anda suelta», como decían los pueblos antiguos. ¿Por qué es así nuestro mundo? - No soy físico ni científico, pero como espiritualista me atrevería a responder que puede tener algo que ver con la baja frecuencia vibratoria natural de nuestro planeta que está siendo fracturada, interrumpida, por las altas frecuencias individuales liberadas por personas agitadas, desde sus burbujas, nichos, capullos, como quieran llamar a estos grupos de minorías disgustadas con la vida que ellos mismos han elegido.

 

A modo de aclaración, y lejos de teorías conspirativas, metafísicas, paranormales, sensacionalistas, etc., está científicamente demostrado que nuestro hermoso Planeta Tierra y todo lo que en él habita vive bajo una frecuencia natural de ondas electromagnéticas bajas que se propagan en el rango de los 7,83 Hz, o simplemente Resonancia Schumann, en honor al físico alemán que la demostró matemáticamente en 1952, aunque Nikola Tesla la había predicho 60 años antes. La generan los rayos y es un fenómeno natural que se produce entre la superficie de la Tierra y la base de la ionosfera, a una altura de 100 kilómetros. La resonancia Schumann es ampliamente utilizada para estudios climáticos por meteorólogos y por algunos estudiosos que creen que esta frecuencia está alineada con la frecuencia del “latido del corazón de la Tierra” y que esto puede aportar beneficios a la humanidad.

 

Pero volvamos a la importancia de vivir en comunión, como un solo pueblo, más unidos y más cerca de la misma frecuencia vibratoria, en línea con la frecuencia del “corazón de la tierra”, como sugieren los estudiosos del tema. ¿Por qué es tan necesaria la ruptura de las burbujas, la formación de una corriente más firme para que recuperemos la paz y la esperanza en un mundo mejor en el que vivir?

 

Porque tenemos información privilegiada, como nunca se ha visto en la historia de la humanidad, de que nuestro hermoso Planeta - autosuficiente, un verdadero oasis no sólo en nuestro Sistema Solar, sino en la mayoría de las galaxias - está siendo invadido por entidades de todo tipo, lugares, planos tridimensionales y extra dimensionales. Desde un punto de vista místico, podemos considerar la hipótesis de que estos seres, a menudo metamórficos, pueden ser físicos o etéreos y que son “Vampiros de Energía” con poderes desconocidos, incluida una longevidad sobrehumana. Son una especie de agujero negro o de anti ángel. En principio, son seres de gran luz que, por alguna oscura razón, han retrocedido radical y bruscamente, volviendo sobre sus propios pasos en el largo camino de la evolución espiritual.

 

Por desgracia, también hay vampiros energéticos muy humanos a nuestro alrededor, a menudo a diario. También se les llama vampiros emocionales y se dividen en dos grandes categorías: conscientes e inconscientes. La gran mayoría de los vampiros emocionales son seres inconscientes, es decir, no son conscientes de que están vampirizando a las personas que les rodean. Son personas problemáticas, quejosas y/o cuestionadoras. En cambio, el porcentaje de vampiros emocionales conscientes es insignificante y fácilmente detectable, por lo que basta con mantenerse alejado de ellos.

 

Los vampiros energéticos del Plano Espiritual, como ya hemos mencionado, son los más dañinos y para los que debemos buscar preparación e iluminación. Los vampiros energéticos se alimentan de la energía negativa de las personas, que emana del miedo, la inseguridad, la ansiedad, la codicia, el odio, el orgullo, la arrogancia, las adicciones, las drogas y otras debilidades humanas.

 

Pero ¿cómo podemos prevenirnos de este tipo de energía oscura y negativa que es prácticamente imperceptible para nuestros sentidos objetivos? - Simplemente dando prioridad a la búsqueda de la Luz, de la iluminación espiritual, porque como sabemos, la Luz y el amor son las armas más efectivas para alejarlas. Sin embargo, hay que “encontrar tiempo” para que esto suceda. Lidiar con estas fuerzas del mal es una cuestión de inteligencia y, más aún, de supervivencia. Algunas personas tienen un detector natural, y cuando sus niveles de energía comienzan a bajar demasiado, desarrollan alergias, o síntomas físicos evidentes, como dolor de cabeza, tos, estreñimiento, etc., siempre que son atacados por uno o más de estos seres. Generalmente, cuando se acercan estos “vampiros astrales”, los principales síntomas son: apertura compulsiva de la boca, desánimo, postración, irritabilidad, cambios bruscos de humor, conflictos familiares sin precedentes, compulsión sexual o apatía, tendencia a beber, fumar y/o usar drogas. ¿Pero cómo puedes preocuparte por todo esto? ¿Si una furia voraz devasta el mundo de las ideas, de la racionalidad humana, por la fatídica “falta de tiempo”?

 

Tiempo… ¡Oh tiempo! ¿El manjar actual, cuya escasez la gente dice extrañar tanto? ¿O quién sabe, la vitamina que los debilita y les impide romper compromisos pre programados en detrimento de las miles de futilidades que ofrece el multi consumo tecnológico? - En este caso, me atrevo a responder con otras preguntas: - ¿Qué es el tiempo? ¿Existe el tiempo en este mundo tridimensional o es una ilusión? Ahora bien, ¿no fuimos nosotros, los hombres, los que nos pusimos de acuerdo en el tiempo tal como aparece en los calendarios? ¿Los milenios, los siglos, los años, los meses, los días, las horas, etc.? - Inventamos “nuestra propia regla” para medir los movimientos de traslación y rotación de la Tierra y otras estrellas en planos tridimensionales, accesibles a nuestros sentidos y dispositivos objetivos (tridimensionales). Por lo tanto, según nosotros, la Tierra tarda 24 horas en dar una vuelta completa sobre su propio eje, y este es el “tiempo” que dura un día aquí en nuestro Planeta. Dado que el tiempo es tan escaso, mientras la sociedad actual justifica sus actos defectuosos, ¿qué tal si “ralentizamos” la rotación de la Tierra, cambiando nuestra regla, a 30 o 36 horas, después de una encuesta, burbuja por burbuja, con la humanidad? ¿O tal vez dejamos la medición del tiempo como está, pero iniciamos una rígida campaña mundial de “gestión de prioridades”, “conciencia de responsabilidad” y “gestión individual del tiempo”? ¿Quizás hacer que la humanidad se vea por fin como una verdadera fraternidad, material y espiritual, y que las burbujas se deshagan, porque no deberíamos vivir en armonía, compartiendo los buenos y los malos momentos, ya que ambos son de todos?

 

Finalmente, aquí desde lo alto de este drone alegórico y recordando los tiempos en los que teníamos tiempo para todo, sin tecnología, sin internet, sin Google, solo libros y más libros, los invito a reflexionar sobre el hecho de que el tiempo, tal como lo concebimos puede ser una ilusión. Ya que no es parte de esta realidad tridimensional, donde sólo hay ancho, profundidad y altura. Prueba de la inexistencia del tiempo se puede ver en las actividades placenteras que nos ofrece esta vida, las cuales, embelesados, no sentimos “el paso del tiempo”. Por otro lado, los acontecimientos traumáticos, difíciles (o lo que los hombres hacen de ellos así) llevan “un tiempo largo y agotador”. En otras palabras, nosotros mismos somos los autores de nuestro “tiempo” y destino. Por esto y mucho más, que el tiempo de la sabiduría y la iluminación va pasando, y se acerca un período de oscuridad a la humanidad. Por lo tanto, éramos felices en la Luz y no lo sabíamos. Porque si queremos, “tendremos tiempo”. Si no queremos hacer, nunca encontraremos tiempo para nada, salvo “el tiempo” para dejarnos llevar por la vida, de momento con algo de luz, hasta que la oscuridad del túnel que rápidamente aparece en el horizonte terrestre.

Luiz Carlos Gomes
Enviado por Luiz Carlos Gomes em 26/07/2023
Reeditado em 28/10/2024
Código do texto: T7846096
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