EL DESENCLAUSTRAMIENTO DEL SILENCIO DE STELA DO PATROCÍNIO EN REINO DOS BICHOS E DOS ANIMAIS É O MEU NOME (REINO DE LOS BICHOS Y DE LOS ANIMALES ES MI NOMBRE)
Inaê Silva Pereira Sodré inaesodre@gmail.com
Lydia Stevens lydia.sue.stevens@hotmail.com
RESUMEN: La intención de este trabajo es presentar la voz de Stela do Patrocínio, poetisa negra que pasó treinta de sus cincuenta y dos años interna en el hospital psiquiátrico Juliano Moeira de Río de Janeiro. Sus palabras fueron grabadas durante dos años, de 1986 a 1988, por Viviane Mosé, quien también las transcribió y organizó. Stela do Patrocínio denuncia, en un lenguaje poético, las atrocidades que tenían lugar en el manicômio, cuyo objetivo era silenciar y mortificar al sujeto a traves de la violencia en el nombre de la razón y con la connivencia de la sociedad. La escisión del lenguaje, obra de René Descartes, coloca a la razón como soberana y a la locura como subalterna dentro de una cultura que aisla a los “enfermos mentales” para marcar como “normales” a quienes se encuentran fuera de los muros de exclusión del manicomio.
PALABRAS CLAVE: razón; locura; literatura; representaciones de la identidad.
ABSTRACT: This article intends to highlight the poetic speaking style of Stela do Patrocínio, a black woman and poet, who spent thirty of her fifty-two years in the Juliano Moreira mental institution in Rio de Janeiro, Brazil. Her words were recorded, transcribed and organized by Viviane Mosé. Stela denounces the cruelty that was occurring inside the mental institution to silence and deaden the subjects. Violence was used in the name of reason and under our connivance. According to Descartes, the division of language places reason as sovereign and madness as subordinate within a culture, a culture that isolates the "mentally ill" to distinguish those who are "normal" simply because they are outside of the exclusionary walls of the mental asylum.
KEYWORDS: reason; madness; literature; representation of identity.
Al principio de todo era la Palabra, que se convirtió en Habla. Y que tomó cuerpo. Y, que, a su vez, dio más cuerpo al Lenguaje. Las palabras nombran las cosas, traducen los sentimientos, delimitan un pedazo de la intensidad de la vida, representan el mundo. Pero las palabras que se usan para entender e interpretar nuestro mundo, de verdades palpables y probables, pueden diminuir las posibilidades de sentido que la palabra puede darnos. En un momento dado el lenguaje, como un río en el tiempo, se bifurca y discurre por dos vías en la historia del pensamiento: un brazo desemboca en el diccionario y el otro desemboca en la poesía. ¿Las palabras exactas del vocabulario de la razón son suficientes para entender y interpretar nuestro mundo?
Según Viviane Mosé, la razón se caracteriza por la capacidad que tienen todos los seres humanos de crear y articular las palabras y pensamientos, es decir, de pensar en causa y efecto, en identidad, de una manera organizada, esclarecida, contenida, sin contradicciones, sin excesos, sin emociones (MOSÉ, 2012, p. 112). En la modernidad, o la época clásica como dice Foucault, el siglo XVII, el matemático y filósofo René Descartes inaugura la Razón como un modelo de pensamiento filosófico fundamentado en la exactitud matemática. “Pienso, luego existo” es la frase más famosa del pensamiento cartesiano, formulada en su trabajo Discurso del método para conducir bien la propia razón y buscar la verdad en las ciencias, donde Descartes elige la duda como una herramienta para investigar y entender el mundo. El pensador afirma eso porque, para él, aunque se dude al máximo, no cabe dudar de quien duda, pues la duda es un acto de pensamiento, y ese pensamiento no puede darse sin sujeto.
Advertí que mientras de este modo quería pensar que todo era falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese algo. Y notando que esta verdad: pienso, luego existo era tan firme y cierta, que no podían quebrantarla ni las más extravagantes suposiciones de los escépticos, juzgué que podía admitirla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que estaba buscando (DESCARTES, 2011, p.50).
Lo que la razón quiere, desde su nacimiento platónico, es rechazar una parte de la vida, la que cambia, la que delira, la que muere. Lo que la razón quiere es producir un mundo de identidades y verdades, un mundo previsible y claro (MOSÉ, 2001. p. 22). Michel Foucault acusa a René Descartes de dividir el lenguaje en dos partes: Razón y Desrazón. De un lado, la Razón como la verdad, la conciencia, la claridad, la normalidad, la lucidez, y del otro, la Desrazón como el error, la oscuridad, el desorden (FOUCAULT, 1997, p. 45).
La preocupación principal de Descartes, ante una tradición escolástica en la que las especies se concebian como entidades semimateriales, semiespirituales, es separar con exactitud mecanismo y pensamiento, reduciendo completamente lo corporal a lo mecánico (SARTRE, 2008, p. 13).
Según Viviane Mosé (2012), Descartes reduce la existencia al pensamiento, valoriza el mundo de las ideas, busca la verdad y excluye el cuerpo como posibilidad de interpretación del mundo. Excluye, pues, de la vida las intensidades, el lenguaje artístico. Pensar cartesianamente es pensar en causa y efecto, en identidad, no en contradicción. Para que el pensamiento racional tenga sentido, las cosas necesitan oponerse unas a otras, de una manera fija: lo bello a lo feo, lo cierto a lo equivocado, lo claro a lo oscuro, lo normal a lo anormal, la razón a la locura. Considera el pensador francés que el cuerpo, las sensaciones y las emociones son las Fuentes de los errores y el desorden (MOSÉ, 2012, p. 130). En consecuencia, el hombre necesita oponerse a las sensibilidades y las percepciones y buscar la verdad como la esencia de las cosas que proceden del pensamiento y las ideas. La razón no es, pues, natural, sino algo inventado en un momento determinado de nuestra historia, lo que quiere decir que fue construida por la cultura y es un producto de nuestra civilización.
La razón, en cuanto tradición inventada, se fundamentó en un conjunto de prácticas reguladas por reglas tácitas o abiertamente aceptadas. Estas prácticas, de una naturaleza ritual o simbólica, pretenden inculcar ciertos valores y normas de comportamiento mediante la repetición del discurso (HOBSBAWM, 2012, p.12). La gramática normativa sirve como ejemplo del modo en que el discurso de la razón perduró en el tiempo, pues se sostiene en la idea del sujeto y el predicado, en reglas, en normas, en el principio de no contradicción, en la “lógica de la exclusión”. Para Viviane Mosé:
Este absoluto, centrado en la noción de Ser, fundamenta la creencia en la identidad, razón de ser de toda la gramática, haciendo que se instaure en todos los textos una lógica de la identidad que siempre excluye las diferencias y que encuentra soporte en la posición de un sujeto estable, único, sin afectos y sin cuerpo (MOSÉ, 2012, p. 53).
Para que el pensamiento racional pudiera mantenerse como modelo del discurso verdadero, más allá de repetir el discurso “verdadero” del “hablar claro” y del “hablar equivocado”, se buscó internar a los que se oponen a él, esto es, a todos los que lo contradicen: los que deliran, los que se exceden, los que se desequilibran, los que rebasan las normas establecidas. Como dice Foucault, “la duda de Descartes deshace los encantos de los sentidos, atraviesa los paisajes de los sueños, siempre guiada por la luz de las cosas verdaderas; pero él expulsa la locura en el nombre de aquel que duda y que no puede desatinar más de lo que no puede pensar o ser” (FOUCAULT, 2012, p. 47).
En su libro El orden del discurso, Michel Foucault defiende que la cisión del lenguaje está en el dominio del discurso. Es mediante las palabras como se reconoce la locura del loco. Asegura Foucault que desde los arcanos de la Edad Media el loco es aquel cuyo discurso no puede transmitirse como el de los demás: o bien su palabra no vale nada y no existe, sin verdad, sin importancia, no pudiendo dar testimonio en material de justicia, ni autenticar un acto o un contrato, ni siquiera, en el sacrificio de la misa, permitir la transubstanciación y hacer del pan un cuerpo; o, como el reverso de todo eso, y en contraposición a cualquier otra palabra, se le atribuyen otros poderes extraños: el poder de revelar una verdad oculta, el de anunciar el futuro, el de ver, con toda la credulidad, aquello que la sagacidad de los otros no consigue alcanzar. (FOUCAULT, 1970; p. 10). Afirma Roland Barthes en su libro Leçon (El placer del texto y lección inaugural) que el lenguaje es el objeto en que se inscribe el poder (BARTHES, 1980, p. 11). Y la razón impone, juzga, controla, enferma, silencia, aisla, excluye, tortura y mata.
Una de las experiencias de internamiento más antiguas es la construcción de las leproserías. Construídas en el siglo IV d.C., estos espacios perduraron como lugares de exclusión hasta la desaparición de la lepra en el siglo XV, a fines de la Edad Media. Las leproserías hospedaban no sólo a los leprosos sino también a otros grupos indeseados de la sociedad, como mendigos, pobres, homosexuales, prostitutas y lisiados, entre otros (FOUCAULT, 2012, p. 4). Trras la desaparición de la lepra, la sociedad necesitaba rellenar ese espacio vacío de exclusión. El manicomio fue el espacio elegido para excluir a los locos y todos los tipos diferentes o extraños que se representaban en la figura del loco.
Quienes ingresaban en el manicomio entraban en el valle de la muerte. Algunos internos morían de frío porque dormían en el suelo, sin ropa ni mantas, o al raso. Otros morían de hambre, de electrochoque, de infección por beber agua contaminada o por comer heces o ratones. Muchos morían de neumonía y otros durante una intervención quirúrgica: la lobotomía. Stela de Patrocínio fue testigo de lo que ocurría en el interior del manicomio y denunció, poeticamente, a los médicos “cuidadosos” y las formas violentas como un método de “curación” del cual se atrevió a desestructurar la Norma. O a desordenar el Orden. O a escapar del Patrón. Stela pudo, por medio de su habla, atestiguar sus experiencias en calidad de víctima de un sistema obsoleto de tratamiento psiquiátrico que, en palabras de Michel Foucault, “usaba las formas más extrañas y grotescas de violencia y tortura como método de control de los cuerpos” (FOUCAULT, 1997 p. 141). Según Daniele Arbex (2013),
(…) durante décadas, las personas eran introducidas – en general a la fuerza – en un vagón de un tren que las descargabas en Colonia. Allí se les sacaba la ropa, se les raspaba el pelo y se borraban sus nombres. Desnudos de cuerpo e identidad, secuestrada su humanidad, hombres, mujerse y hasta niños se convertian en “Ignorados de Tal”. Eran epilépticos, alcohólicos, homosexuales, prostitutas, mendigos, militantes politicos, rebeldes, individuos que se habían tornado incómodos para algún poderoso. Había jóvenes embarazadas, violadas por sus patrones. Había esposas a quienes habían encerrado sus maridos para poder vivir con sus amantes. Había hijas de terratenientes que habían perdido la virginidad estando solteras. Había hombres y mujeres que habían perdido sus documentos. Algunos solo eran tímidos. Casi treinta de ellos eran niños (ARBEX, 2013, p.14).
A causa del pensamiento excluyente de la razón, todos llevamos dentro una leprosería vacía. Ahora bien, ¿por qúe nuestra cultura excluye? ¿Por qué ciertos sentimientos son considerados patológicos? ¿Qué es lo “normal”?
Según afirma George Canguilhem (2012) en su libro Le Normal et le pathologique (Lo normal y lo patológico), la perspectiva objetiva alcanza la idea de normalidad basándose en la regularidad estatística. O sea, a partir de la medida de comportamiento y experiencia de una población determinada se obtiene un parámetro de normalidad. Quienes se desvían de este patrón son considerados “fuera de lo normal”. Por otro lado, desde una perspectiva subjetiva, ya se sabe que todos los seres humanos están dotados de una mente, es decir, de una vida subjetiva que regula su relación con los otros y con el entorno, relación que conlleva placer y disgusto, frustraciones y sufrimiento. Sufrir, al igual que alegrarse y entristecerse, es parte inherente a la condición humana. Para Canguilhem, relacionarse normalmente con alguien implica tratarlo como sujeto ético, o sea, como sujeto igual a nosotros. Y si de alguna manera despojamos a esa persona de la condición de sujeto, tratándola como mero instrumento de placer, estaremos excediendo el límite y desembocando en el terreno de la patología. Por lo tanto, cualquier juicio que aproprie o califique un hecho en relación a una norma está subordinado a aquello que instituye las normas (CANGUILHEM, 2012, p. 80). En este sentido, es dudoso si la normalidad está fuera o dentro de las paredes excluyentes de los manicomios.
Con el libro de Stela do Patrocinío Reino dos Bichos e dos animais é o meu nome (Reino de los bichos y de los animales es mi nombre) se presenta la voz de una poetisa negra que pasó treinta de sus cincuenta y dos años interna en el Hospital Psiquiaátrico Juliano Moeira de Rio de Janeiro, víctima de la exclusión impuesta por el pensamiento racional y la ciencia, con la connivencia de la sociedad. Stela fue también una de las internas que vivió antes y después de la reforma psiquiátrica que tuvo lugar en Brasil en la década de 1980. Las palabras de Stela do Patrocínio, formuladas en lenguaje poético, fueron escuchadas, grabadas y transcritas. El libro resultante nos muestra la fractura del silencio secular impuesto a los “locos” por el poder de un tiempo y de una cultura. Su producción tuvo lugar en un contexto sui generis de oralidad y transcripción posterior de los poemas y textos. Y Stela, consciente de su tiempo, su espacio y su condición, hablaba y hablaba y hablaba:
Días semanas meses el año entero/ minutos segundos a todas horas día tarde la noche entera me quieren matar/ Solo me quieren matar/ Porque dicen que tengo una vida fácil/ Tengo una vida difícil/ Entonces porque tengo una vida fácil/ Tengo una vida difícil/ Ellos quieren saber como es que puedo estar naciendo sin facilidad y con dificultad/ Por eso es por lo que me quieren matar (PATROCÍNIO, 2001, p.64).
Lo que se sabe de Stela do Patrocínio es que nació el 9 de enero de 1941, hija de Manoel do Patrocínio y Zilda Xavier do Patrocínio. Soltera y con estudios a nivel de bachillerato, Stela trabajaba de empleada de hogar. Vivía en la calle Rua Maria Eugenia, número 50, apartamento 501, en el barrio de Botafogo de Río de Janeiro. Se prostituía para poder alimentarse. “Poniendo el mundo entero a gozar y sin ningún gozo” (PATROCÍNIO, 2001, p. 126). Stela se encuadraba completamente fuera de los patrones sociales normativos establecidos: era mujer, negra y pobre. Dicho lo cual, la pregunta es: Stela do Patrocinío, en su condición de subordinada, dentro de nuestra cultura patriarcal, esclavista, blanqueada y capitalista ¿era de veras una loca o la enloquecieron?
Tras sufrir una caída en la calle Rua Voluntário da Pátria, Stela fue trasladada al Posto do Pronto Socorro (Centro de primeros auxilios). Le pusieron una inyección. Le dieron un medicamento. Le aplicaron electrochoque. Le ordenaron tomar una ducha. Le mandaron buscar una mesa, una silla, una mesa. Le dieron una bandeja con arroz, cayote, carne, alubias y después llamaron una ambulancia y dijeron: “Cárguenla!” (PATROCÍNIO, 2001, p. 49). “Yo estoy en un asilo de viejos/ En un hospital con todas las enfermedades posibles / En un hospital/ lugar de locos / dementes / chalados” (PATROCÍNIO, 2011, p. 47).
Stela fue internada en 1962, a los 21 años de edad, y pasó cuatro años en el primer manicomio de América Latina: el Hospital Pedro II de Río de Janeiro. Después fue transferida al Hospital Psiquiátrico Juliano Moreira, donde permanecería hasta su muerte, acaecida en 1992 como consecuencia de una infección generalizada. Así describe su personalidad singular Viviane Mosé, que además de filósofa, poetisa, psicóloga y psicoanalista, es catedrática y doctora de filosofía en el Instituto de Filosofía y Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Río de Janeiro y autora de seis libros de filosofía y siete libros de poesía:
Stela fue superviviente del proceso de mortificación caracterisístico de esas estructuras psiquiátricas arcaicas y tradicionales que son los asilos. En estos lugares se borra la individualidad, la subjetividad, el deseo y la singularidad. Las personas se reducen a un mero cúmulo informe, sin rostro. El uniforme es un símbolo de la uniformización real. El tiempo es el tiempo de la muerte. El tratamiento, supuestamente científico, se reduce al control de los cuerpos, por la violencia de los que se atreven a desafiar el orden (MOSÉ, 2001, p.13).
En Reino dos Bichos e dos animais é o meu nome (Reino de los bichos y de los animales es mi nombre) se nota, desde el título, la mirada lanzada su condición en el hospital psiquiátrico: “Primero veo el mundo de los vivos / Después veo la vida y la muerte / Después de los muertos/ Después de los bichos y de los animales / Después de lo que hay entre la vida y la muerte / Después de los muertos / Después de los bichos y de los animales / Sólo está la voluntad / Como bicho y como animal” (PATROCÍNIO, 2001, p. 116). O entonces los “cuidados” de los médicos psiquiátricos: “La medicina que tomo me sienta mal / Y a mí no me gusta tomar medicina para pasarlo mal / Camino un poco y me tambaleo / Me quedo tambaleándome casi me caigo y si me caigo me levanto/ Camino un poquito más / vuelvo a caerme (PATROCÍNIO, 2001, p. 116). En uno de los poemas es como si Ella describiera los pasos de una lobotomia:
Ya me operaron varias veces / Sufrí varias operaciones / Estoy toda operada / Del cerebro, principalmente/ Pensé que iba a acusarlo / Si tengo algo en el cerebro / No, acusó que tengo cerebro/ Un aparato que piensa bien / Que piensa en positivo / Y que está conectado a otro que no piensa / Que no está capaz de pensar nada ni trabajar / Ellos arrancaron lo que está pensando / Y lo que está sin pensar / Y fueron a examinar este aparato de pensar y no pensar / Unidos uno a otro en mi cabeza, en mi cerebro / Funcionar encima de la mesa / Ellos estudiando fuera de mi cabeza / Yo ya estoy en ese nivel de estudio / de categoría. (PATROCÍNIO, 2001 p. 69).
En 1979 el psiquiatra italiano Franco Basaglia, pionero de la lucha contra los manicomios y responsable de la reforma psiquiátrica en Italia, conoció la Colônia. Enseguida convocó una rueda de prensa en la que afirmó: “Hoy he estado en un campo de concentración nazi. En ningún lugar del mundo presencié una tragedia semejante” (ARBEX, 2013, p. 15). Para Viviane Mosé, el embate de la reforma psiquiátrica se transmite a la cultura, a la forma de contemplar la diferencia y el modo en que la sociedad lidia con el otro (MOSÉ, 2001, p. 16).
En 1989 el diputado Paulo Delgado puso en marcha un proyecto que clausuraba paulatinamente los manicomios y reglamentaba los derechos de los enfermos mentales, aunque la ley no se aprobó hasta 2001: se trata de la ley nº 10.216 del 6 de abril de 2001, también conocida como Ley Pablo Delgado (FERREIRA, 2006, P. 77-85). El Hospital Psiquiátrico se extinguió para dar lugar a un nuevo modelo de tratamiento: el Centro de Atenção Psicossocial (CAPS), que tiene por objeto evitar que el enfermo esté enclaustrado y olvidado en confinamiento y al mismo tiempo poner al enfermo en contacto directo con la familia y la sociedad, como una forma de ajuste social. En estos centros, el enfermo recibe acompañamiento y tratamiento psicológico y farmacológico, además de una integración dentro de la unidad con personas del barrio o de la ciudad.
Como relatan Gonçalves y Sena (2001) y Ferreira (2006), la reforma psiquiátrica brasileña tuvo lugar en la década de 1980, durante la implementación del Sistema Único de Saúde (Sistema Único de Salud, SUS). Stela se benefició del proceso y las puertas del centro, que siempre estaban cerradas, se abrieron. Se trata de una época, no tan distante de la actual, en la que se trataba a los enfermos mentales como animales irracionales y, por eso, se les aislaba, enjaulaba, encadenaba, castigaba. Y, como animales, sirvieron de conejillos de Indias para el progreso de la ciencia. Con la reforma psiquiátrica se inaugura una nueva época: la época del “desilenciamiento” de los silenciados. Stela hablaba y hablaba y hablaba…
Las frases de Stela do Patrocínio escapan de la contrucción sintáctica habitual para cobrar otro ritmo. El ritmo del los ojos desorbitados. Palabras alineadas y ordenadas sin aliento. Y para expresar esa falta de respiración la organizadora juzgó conveniente economizar las comas para imprimir un ritmo fluvial a los parlamentos. Es en este desaguar en el mundo de la supuesta sinrazón – de los símbolos, del sonido, de la poesía, del arte en suma – donde Stela estructura su pensamiento. Su discurso se organiza en la tensión entre el orden y el desorden. “Stela habló con su habladuría y mientras hablaba se desdoblaba en su hablar. Stela hablaba de su habla. Y hablaba de una forma muy propria. Sus palabras, perfectamente pronunciadas, estaban siempre preñadas de mucha emoción” (MOSÉ, 2001, p. 28). Consciente de su Ser y de su Estar-en-el-mundo, Stela afirma su identidad, confirmada en la perpectiva del otro:
Yo soy Stela do Patrocínio bien patrocinada/ Estoy sentada en una silla clavada en una mesa/ Negra y criolla/ Yo soy una negra y criolla/ Ana me dijo/ Que nací loca/ Mis padres querían que yo estuviera loca / Los normales tenían envidia de mí que estaba loca (PATROCÍNIO, 2011, p. 66).
Stela no escribió el libro ella misma, pese a que ella escribía en cartones. Los textos fueron pronunciados y grabados durante dos años, de 1986 a 1988, por las artistas plásticas Neli Gutmacher y Carla Guagliardi. Luego fueron transcritos por la psicóloga Mônica Ribeiro y organizados por Viviane Mosé. La organizadora, en una de las declaraciones que figuran en el libro, dice que “este libro es el resultado de un proceso colectivo, construído, en muchos momentos, en el anonimato y nutrido del sentimiento de solidaridad con quienes no poseen ni mañana ni ayer ” (MOSÉ, 2001, p. 15). Según Viviane Mosé, a Stela se le diagnosticó una “personalidad psicopática más esquizofrénica hebefrénica, evolucionando hacia acciones psicóticas”. Y de su existencia, Stela dice:
Yo era gases puros, aire, espacio vacío, tiempo/ Yo era aire, espacio vacío, tiempo /Y gases puros, así, oh, espacio vacío, oh/ Yo no tenía formación/ No tenía graduación/ No tenía donde hacer cabeza/ Hacer brazo, hacer cuerpo/ Hacer oreja, hacer nariz/ Hacer paladar, hacer/ palabras/ Hacer músculo, hacer diente/ Yo no tenía donde hacer ninguna de estas cosas/ Hacer cabeza, pensar en algo/ Ser útil, inteligente, ser raciocinio/ No tenía de dónde sacar nada de eso/ Yo era puro espacio vacío (PATROCÍNIO, 2001, p. 21).
El libro Reino dos Bichos e dos animais é o meu nome (Reino de los bichos y de los animales es mi nombre) fue publicado por la editora Azougue Editorial, catalogado como “poesía brasileña”. El texto de la solapa lo escribió Sérgio Cohn, coordenador de Azougue Editorial. La edición y presentación corrieron a cargo de Viviane Mosé. El libro consiste en “Agradecimientos”, “Epígrafe”, “Resumen”, “Estrela”, “Presentación: Stela do Patrócínio - Una trayectoria poética en una institución psiquiátrica”, “Parte I- Un hombre llamado caballo es mi nombre”, “Parte II- Yo soy Stela do Patrocínio, bien patrocinada”, “Parte III- En los gases me formé, yo tomé color”, “Parte IV- Yo percibo el mundo”, “Parte V- La pared todavía no estaa pintada de azul” y “Parte VI- Reino de los bichos y de los animales es mi nombre”; “Stela por Stela- Entrevista” y “Cronología”. En la entrevista que hicieron Neli Gutmacher y Carla Guagliardi a Stela do Patrocínio destacan algunos pasajes que nos dan una idea de lo que fue su experiencia en el manicomio:
¿Cómo es tu día en la Colonia?
Lunes martes miércoles jueves viernes sábado domingo enero febrero marzo abril mayo junio julio agosto septiembre octubre noviembre diciembre día tarde noche me quedo pastando a gusto Estoy pastando en el pastando a gusto como un caballo.
Él ya dijo un hombre llamado caballo es mi nombre.
¿Lo pasas muy mal aquí?
Lo paso mal porque me ponen inyecciones constantemente.
Inyecciones para el hombre y el líquido baja.
¿Quién te pone esas inyecciones?
El policía secreta invisible y sin color
¿Y para qué sirven estas inyecciones?
Para obligar a ser enfermo mental.
El día que dejes de recibir inyecciones, ¿estarás curada?
Estoy totalmente curada si no tomo las medicinas.
Si no me dan eletrochoque.
Si no me llenan del veneno que me envenena.
Tu nombre es Stela, ¿sabes lo que quiere decir Stela?
Estrella.
Estrella del mar.
¿Puedes recitarnos un poema?
No.
No me acuerdo de ningún poema.
Todo lo que dices es poesía, Stela.
Lo que estoy contando es sólo historia, anécdotas (PATROCÍNIO, 2001, p.153).
Stela y sus relatos tuvieron una repercusión significativa. El libro Reino dos Bichos e dos animais é o meu nome (Reino de los bichos y de los animales es mi nombre), organizado por Viviane Mosé fue finalista del Prêmio Jabuti en 2002 y 2005. El músico y pintor Cabelo usó los textos en espectáculos musicales. Los textos también fueron adaptados para el teatro, por ejemplo el monólogo Stela do Patrocínio óculos, vestido azul, sapato preto, bolsa branca e...doida (Stela do Patrocínio gafas, vestido azul, zapato negro, bolsa blanca y… enferma), interpretado por Clarisse Baptista y dirigido por Nena Mubára. Stela llegó al cine, en Stela do Patrocínio –a mulher que falava coisas (Stela do Patrocínio – la mujer que hablaba cosas), (Documental, 14 min., DV RJ, 2006), obra de Márcio de Andrade. Y el compositor Lincoln Antônio lo transformó en ópera. El título del libro procede del siguiente poema:
Mi nombre verdadero es cajón/ Entierro/ Cementerio difunto cadáver/ esqueleto humano/ Asilo de viejo/ hospital de todas las enfermedades / Hospicio/ Mundo de los bichos y los animales/ Los animales: dinosaurio camello jaguar tigre león mono dinosaurio jirafa tortuga/ Reino de los bichos y de los animales es mi nombre/ Jardín zoológico/ Quinta de Buena Vista (PATROCINIO, 2001, p.118).
Para Viviane Mosé, el texto de Stela do Patrocínio es un hito en la literatura brasileña, dotado de la máxima importancia y significado, que se suma a los numerosos libros de testimonios de escritores que han relatado su paso por el psiquiátrico. Y llega con vigor y densidad, convirtiéndose en historia. En el capítulo titulado ESTRELLA la organizadora arranca con un verso del cantautor cubano Pablo Milanés, con el que yo ahora termino apuntando a Stela-Estrella: “Lo que brilla con luz propria nadie lo puede apagar” (MOSÉ, 2001, p. 13).
REFERENCIAS
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